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Alejandra, de cortadora de café a empresaria

Alejandra hace cinco años se dedicaba a sembrar y cortar café. Con cuatro hijos y el sueño de que todos fueran profesionales comenzó su relación con Wakami.

Alejandra es una guatemalteca que hace cinco años se dedicaba a sembrar y cortar café. Con cuatro hijos y el sueño de que todos fueran profesionales comenzó su relación con Wakami.

Por Lucrecia Choy
Fotos Juan Carlos Alvarez


(4 minutos de lectura)


Luego de asistir a las reuniones de organización, capacitaciones para aprender a tejer y ponerse de acuerdo con sus compañeras se quedó a cargo del grupo de productoras de la Comunidad Candelaria en San Miguel Pochuta, Chimaltenango, pues la señora que en un principio estaba a cargo no consiguió el permiso de su esposo para movilizarse a la Capital. Ella sí se animó porque ya conocía, ya que en algún tiempo trabajó allí como doméstica.

Para poder entregar y recibir pedidos debía viajar una vez por semana como mínimo. Comenzó a ir en autobús y dejaba a sus hijos con su esposo. Ahora, él trabaja con ella en este proyecto. Comenta que una de las principales limitantes que tienen las mujeres rurales en esta área son las obligaciones con el marido, quien les exige tener el almuerzo preparado a medio día y, eso, les impide comprometerse con un trabajo.

Cuando comenzaron el proyecto eran 40 integrantes, pero solo quedaron 14. Para poder crecer se trasladó a vivir a Patulul y actualmente coordina el trabajo de 36 mujeres de origen cakchiquel. Alejandra tiene a su cargo Representaciones Candelaria, una empresa rural integrada por dos grupos de mujeres productoras, uno en Pochuta, Chimaltenango y el otro en el Cantón Luisiana, Patulul, Suchitepéquez a 122 kilómetros al sur de la Ciudad de Guatemala.

En los primeros seis meses hicieron muestras para presentarlas. Finalmente, cuando alcanzaron la calidad requerida comenzaron a producir con gran ilusión. Para llevar el control de calidad y cumplir con las certificaciones internacionales, debe llenar ciertos formatos. Poco a poco, los pedidos se han incrementado. Ahora, tejen más rápido y producen más. A la vez, aprenden de manera constante, nuevas técnicas para producir otros modelos.

 

“No solo se trata de entregar los pedidos completos en la fecha exacta, sino de recoger las órdenes de trabajo y el material para producir” comenta Alejandra.

 

Esta es una de las principales responsabilidades que tiene como lideresa, además de recibir los pedidos en la Capital y distribuir el hilo y los accesorios entre las artesanas de Pochuta y Luisiana, para que tejan las pulseras.

 

“Si no hay trabajo, las mujeres deben acudir a cortar café o buscar otras labores agrícolas para obtener un ingreso”, comenta.

Alejandra se siente orgullosa de pertenecer al equipo Wakami y asegura que así es como

 

“se va cambiando la generación de la familia”.

 

Adicional a los ingresos, recibe apoyo para tener acceso a una vida mejor, como becas de estudio para sus hijos, filtro de agua, estufa mejorada y kit solar, entre otros. Ellas pagan la mitad y la empresa el resto.

Su hija mayor se graduará de bachiller este año y sueña con estudiar medicina; el segundo ya cursa primero básico y quiere estudiar robótica, mientras que los más pequeños asisten a la primaria, expresa con alegría. Ella viene de una familia de nueve hermanos y aunque los hombres sí son profesionales, ella solo terminó sexto primaria. Por eso, quiere cumplir su sueño y ver que sus hijos se gradúen y tengan un mejor futuro.

Wakami se encarga de buscar mercados dentro y fuera de las fronteras de Guatemala para comercializar estas pulseras que cuentan historias. En la actualidad, el trabajo de 16 comunidades se distribuye en 20 países de cuatro continentes, como Estados Unidos, España, Francia, Japón y Australia, entre otros. A su vez, está al tanto de la moda y las tendencias para desarrollar productos exitosos. Wakami es el primer cliente de estas empresas rurales incubadas.

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Así como Alejandra, hay más historias de empresarias y productoras que con esta metodología de negocios incluyentes se han convertido en agentes de cambio para sus comunidades. A través de esta red de producción, se transforman los ciclos de pobreza en ciclos de prosperidad.

 

Wakami representa a Guatemala en el concurso The Venture

Este es un concurso a nivel mundial que busca premiar proyectos de emprendimiento social para que continúen financiándose. La fase actual es a través de una votación digital semanal que inició el 9 de mayo y finalizará el 10 de junio. Quienes deseen apoyar un proyecto deben registrarse con su usuario de Facebook. Conozca a todos los finalistas en www.theventure.com

María Pacheco, de Wakami (www.theventure.com/gt/es-la/finalists/wakami) fue seleccionada entre 46 proyectos para representar a Guatemala en este concurso, luego compitió a nivel regional con representantes de Costa Rica y Panamá. Así logró continuar y estar entre los 27 finalistas que compiten por un millón de dólares. De estos, semanalmente se reparten US$50,000. Cada semana inicia una nueva cuenta por lo cual invitan a seguir votando y compartiendo en redes sociales. La primera semana, Pacheco quedó en tercer lugar. Y en la segunda semana alcanzó la primera posición. Cada voto se traduce en financiamiento, al momento ha acumulado US$11,000.

En la última fase, los cinco que obtengan la mayor cantidad de votos en total serán escuchados por un jurado de talla internacional en Nueva York para poder llevarse los US$750,000 dólares restantes del premio.

 

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