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Orígenes

‘La revisión que hace Madriz a partir de ciertas iconografías clasicistas crea referencias arqueológicas de mucho carácter estético. Relieves de equinos se suman a columnatas y otras representaciones que traen la antigüedad al presente sin perder su esencia contemporánea’. Guillermo Monsanto, Galería El Attico.

En María Isabel Madriz (Guatemala, 1968) convergen una indomable pasión por el arte, una gran destreza para crearla y una infatigable energía para trabajarla. Del 2D, porque empezó con la pintura, pasó al 3D, la escultura, que plasma en murales -el más imponente creado por ella hasta ahora mide 3.5 X 2.0 metros. De hecho, en su obra no caben las pequeñeces porque al tamaño se les suma el peso, que con naturalidad pondera en quintales cada pieza. Sin embargo, estos pequeños behemots transmiten movimiento, intensidad, arte en fin, que surgen de trazos y se convierten en tallas cerámicas en las que desaparece para siempre su materia primordial, el ladrillo.

Sus obras son para lucirlas en amplios espacios o sobre muros, pero principalmente invitan a quedarse frente a ellas y contemplar su cuidadosa factura.

Cinco altorrelieves y tres esculturas tridimensionales, terminados a mano, atestiguan no solo su capacidad, sino su gusto por el detalle. ‘Aprecio un volumen completo, que llame al verlo desde lejos’, nos dice, ‘pero también que al acercarse revele y ofrezca más a la vista’.

Sus fuentes de inspiración son la naturaleza y el simbolismo, a veces con fuerte raigambre religiosa. ‘Siempre me han gustado las aves, su movimiento, sus plumajes. Nos explica, acerca de una de sus esculturas, entre figurativa y realista: ‘El pavo tiene múltiples significados, simboliza la resurrección, los cien ojos de Argos, ciertos demonios en las creencias de India o a la Vanidad’. También se inspira en los caballos, ‘por su nobleza’, que arma con impresionante vocación medieval.

María Isabel ama también al silencio y a la iconografía religiosa. Durante largas horas, una de sus obras se gesta en promedio en alrededor de un mes. Trabaja en su taller sin más estímulo sonoro que el de sus instrumentos de trabajo. ‘¿Quién podrá tomarlo por los ojos o taladrar su nariz con un punzón?’, pregunta el Libro de Job acerca de Behemot (el hipopótamo), pues María Isabel lo hace en cada una de sus obras.
Si has visto con detenimiento los capiteles de las columnas del Salón Azaria en Paseo Cayalá, ya has visto obra de María Isabel Madriz. En stoneware esta escultura arquitectónica revela ya mucho de lo que expone en galerías.

Ella estudió Diseño Gráfico en la URL, pintura con Roberto Ríos y escultura con Claudia Cirici. En Pensacola, Florida, aprendió los secretos de la cerámica en el taller de Peter King y Xinia Marín.

Por León Aguilera Radford
Fotos: Cortesía de María Isabel Madriz/El Attico

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