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Parejas disparejas

En todas las parejas hay diferencias, pues ninguna persona es copia de otra, pero ¿qué pasa cuando son verdaderos opuestos?, ¿Se puede conservar la relación?, ¿Se requiere una dosis extra de amor? Los expertos nos dan las respuestas.

Existe una amplia variedad de diferencias entre las parejas, están las de carácter físico, como el caso de la modelo Heidi Klum (blanca y rubia) y su esposo el cantante Seal (de raza negra). Hay romances con desigualdad de edad, como Ashton Kutcher (33) y Demi Moore (48) o de ocupación, como sucede con el futbolista Kaká y su esposa Caroline, quien al inicio de su matrimonio se dedicaba a terminar el colegio.
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Sin duda, conservar ese tipo de relaciones no es nada fácil, pero tampoco lo es para quienes tienen diferencias aparentemente menos drásticas como el temperamento y el carácter. Es común ver a parejas en las que uno es el extrovertido, y el otro, introvertido; uno es alegre, y el otro, poco sociable; uno maneja bien las finanzas y el otro tiende a malgastar; uno es disciplinado y estricto con los hijos y el otro es condescendiente, ejemplifica Francisco Schmidt, profesor del Seminario Teológico Centroamericano, Seteca.

Para los consejeros matrimoniales Janeth y Sergio Camargo, lo ideal es que estas diferencias permitan un equilibrio y balance en la relación para que logren complementarse uno con el otro y alcanzar el éxito. Por ello, al inicio de la relación, el hecho de que la otra persona sea diferente resulta atractivo y emocionante, es conocer un nuevo mundo y podemos explorar lo desconocido.

‘Una chica acostumbrada a quedarse en casa, de repente sale con su pareja a experimentar aventuras como subir el volcán de Pacaya, hacer zip-line en Panajachel y jugar paintball. Esta diferencia termina siendo para ella emocionante y atractiva. Y, por su parte, el aventurero aprende a apreciar las melodías clásicas porque la novia es música y toca un instrumento en la Orquesta Sinfónica Nacional. En este sentido, las diferencias pueden ayudar a crecer’, explica Schmidt.

Por otra parte, las diferencias pueden ser atractivas cuando se aprecian en otra persona las cualidades que se desea tener, por ejemplo cuando a un hombre le gusta la espontaneidad de su esposa porque le hace la vida divertida. Pero debe tenerse cuidado de que el gusto por esas actitudes no sea la búsqueda de sanar deficiencias personales. Por ejemplo, comenta Schmidt, ‘hay un área en la que debemos crecer y tratamos de llenar ese vacío con la otra persona’, entonces la relación puede tornarse poco sana.

Cuando las diferencias exasperan

Rodrigo* está en la línea que separa a un trabajólico de un esforzado. Su esposa Lucía* es una chica eficiente, pero le gusta tener tiempo para la diversión. En los primeros meses de su matrimonio ambos estaban felices con su situación, pues mientras él trabajaba hasta tarde ella tenía tiempo para ir de compras, reunirse con sus amigas, cocinar, arreglarse y distraer la mente. Pero conforme pasó el tiempo, la situación se volvió rutinaria, ella empezó a desear que él pasara más tiempo con ella y la acompañara a sus actividades, y él empezó a sentirse presionado, además de estar todo el tiempo cansado.

De acuerdo con los esposos Camargo, de estas diferencias se debería estar consciente desde el noviazgo, ‘pues es parte del proceso de conocernos y evaluar la conveniencia o inconveniencia de casarnos’. Sin embargo, las diferencias suelen resaltar después de la luna de miel, pues es en la convivencia que algunas cosas se van haciendo molestas. Y de la misma manera como las personas maduran y las circunstancias cambian, las desemejanzas también suelen presentarse en ciertas etapas del matrimonio, como después del nacimiento de los hijos y al momento de disciplinarlos. Por eso ‘el matrimonio es un proceso de adaptación constante, en el cual el propósito de cada miembro debe ser buscar la felicidad del cónyuge’, afirman los consejeros matrimoniales.

Existen algunas diferencias que podrían hacer la relación poco saludable, por ejemplo cuando el comportamiento de uno de los dos es destructivo, hay señales de violencia o de adicciones. La pareja no debería seguir el juego al ponerse en el papel de la víctima o el rescatador. Y tampoco es muy recomendable el romance si las diferencias implican valores opuestos.

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Ponerse de acuerdo

En el noviazgo y el matrimonio es indispensable entender las diferencias emocionales, lo que Gary Chapman llama los cinco lenguajes del amor. ‘Su lenguaje emocional amoroso y el lenguaje de su cónyuge pueden ser tan diferentes como el chino y el español. No importa cuánto se empeñe en expresar el amor en español, si su cónyuge entiende solamente chino nunca entenderán cómo amarse uno al otro’, cita en su libro.

Por ello cuando Lucía explicó de forma asertiva a Rodrigo lo mal que la pasaba mientras él trabajaba hasta tarde o salía de viaje, él comprendió que el lenguaje en que debía expresar amor a su esposa era el de tiempo de calidad. Así que solicitó algunos cambios de horario en su trabajo para pasar más tiempo con ella y divertirse juntos. Claro, las diferencias no siempre son fáciles de resolver, pero ‘si se tiene la habilidad para comunicarse, hacer cambios cuando es necesario y si hay un compromiso para luchar por la relación entonces el matrimonio prevalece’, explica Schmidt.

Es importante recordar que esa característica aparentemente problemática del cónyuge (espontaneidad, cierta despreocupación, orden en las finanzas, curiosidad o cualquier otra), es lo que en un inicio resultó atractivo. Se debe tener presente que ‘en el matrimonio no se busca volver a la persona como yo quiero que sea, sino aceptarla cual es, reconocer que Dios la hizo así, aprender a disfrutar de esas cualidades que producen alegría y satisfacción a mi vida’, recomiendan los esposos Camargo.

En otras palabras, es indispensable el sentido del humor para reconocer que dichas diferencias también tienen su lado divertido y positivo. Y, en todo caso, concluye Schmidt, ‘no es cuestión de quién tiene la razón, sino de cómo podemos trabajar juntos’.

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Otras sugerencias

  • Establezcan una comunicación efectiva y afectiva.
  • Estimulen la relación por medio del respeto, honestidad, realidad, flexibilidad y amor.
  • Inviertan tiempo y dinero en su relación. Asistan a charlas que les ayude a ser mejores personas en el matrimonio y lean libros sobre las relaciones de pareja.
  • Busquen consejería cuando el problema lo amerite.
  • Aprendan a dar y recibir perdón. Si la convivencia es de seres humanos imperfectos, en cualquier momento se van a ofender y necesitarán el perdón.
  • Establezcan una visión común, así como normas y principios que les ayuden a alcanzarla.
  • Propónganse dar cada uno el 101 por ciento, pues en una relación sana ninguno de los dos equivale a media naranja o 50 por ciento.

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Por Alejandra Cardona

*Nombres ficticios.
Fuentes: Janeth y Sergio Camargo, consejeros matrimoniales. Francisco Schmidt, profesor del Seminario Teológico Centroamericano. Libro: Los cinco lenguajes del amor, de Gary Chapman, Editorial Unilit.

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