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Protagonista de tu libertad

Cuando una mujer ha reconocido y exigido el cumplimiento de sus derechos, el resultado es beneficioso no solo para ella, también para su familia y sociedad. 

Por Margarita Pacay y Karla Rímola   Fotoarte: Sergio Espada

Ser niña, adolescente, madre, abuela, profesional, trabajadora, ciudadana, implica ser persona y tener derechos.  ¿Pero qué tanto se conocen y respetan?  Si bien es un tema de gran complejidad, los avances son significativos, ya que un buen número de mujeres comienza a identificar y exigir su cumplimiento y continuar la lucha en beneficio de todas.

La pedagoga María Eugenia de Solórzano explica que la mujer es esencial para mantener el vínculo de una sociedad fuerte y digna.  La gran mayoría es trabajadora, comprometida y maneja muchos roles a la vez, por ello es tan importante la exploración y aprovechamiento de sus capacidades.

“De hecho, deben aprovechar que, psicológicamente, tienen incorporado una especie de “chip” de creatividad, de intuición y de certeza, por lo que desarrollan mayores conexiones neuronales y, por ello, manejan la  multifuncionalidad.  Es indispensable que se descubran, confíen y crean en sí mismas, porque cada una tiene un gran potencial para emprender proyectos de crecimiento y mejora personal, abriéndose espacios para su desarrollo humano integral”, asegura De Solórzano.

Visión que también comparte Nathalle Trutmann, de la agrupación Mujeres Poderosas: “Todas las mujeres deben ser  protagonistas  de su vida, decidir libremente  lo que desean ser, pero para eso deben fortalecer su autoestima, revalorizarse, enfocar claramente sus planes, explotar sus conocimientos. Eso significa empoderarse de sus derechos”.

Para Hilda Morales, Procuradora adjunta de la Procuraduría de los Derechos Humanos: “Cuando una mujer conoce sus derechos empieza a buscar cómo ejercerlos, entiende que puede tener acceso a los servicios públicos, a la salud, a la educación, a participar en organizaciones comunitarias y en las instituciones del Estado, a través de los cargos de elección o por nombramiento”.

Diversos estudios puntualizan que son muchas las razones por las cuales las mujeres necesitan hacer valer esos derechos.  “Por ejemplo, si desde su nacimiento escuchan la alegría de sus seres queridos que las reciben con amor por el hecho de ser niñas y, por ello, también las festejan con un caldo de gallina, como han hecho con sus hermanos.  Evitar el prejuicio de que la comadrona cobre más por el nacimiento de un varón”, asegura Patricia  Borrayo,  investigadora del Instituto Universitario de la Mujer, Imusac.

Derecho a la educación

1. Derecho a la Educación

Recibirla sin ser discriminada por condición social, de clase u origen étnico.

 

Leer para toda la vida

La educación es uno de los derechos fundamentales, las niñas no deben quedarse haciendo los quehaceres del hogar, como todavía se acostumbra en algunas comunidades, sino estar en el centro de estudios, en donde aprendan a leer, a escribir y a forjar sus talentos para un crecimiento superior.  “A futuro, esto les permitirá tomar decisiones con madurez, como saber planificar una familia, si así lo desean, y tener la capacidad de educar a sus hijos fuera de los esquemas machistas que aún reinan en la sociedad”, asegura la socióloga Borrayo.

Este ha sido uno de los puntos de gran importancia en este año: legislar a favor de las niñas y adolescentes a través de la modificación del artículo 81 del Código Civil para elevar la edad de matrimonio de los 14 a los 18 años para ambos sexos, ya que en la actualidad es discriminatorio en contra de las niñas.  “Un reto importante para Guatemala  es combatir el matrimonio forzado de niñas menores de edad, en muchos casos vinculados en situaciones económicas de las familias, que vulneran sus derechos tanto en salud como en educación y bienestar emocional.  Un matrimonio temprano está asociado con dejar la escuela”, afirma Verónica Simán, representante de Unfpa en Guatemala. 

“Una mujer educada tendrá una mejor madurez y conocimiento para decidir sobre su vida y proyectos, decidir cuántos hijos tener y de esta forma tendrá una mejor orientación sobre su cuidado: con lactancia, alimentación  sana y equilibrada.   Además, detectar cuando estén enfermos y orientarlos en una salud sexual y reproductiva en su momento”, explica la nutricionista Gabriela Lima, coordinadora del Observatorio del Derecho a la Alimentación y Nutrición en Guatemala, entidad que aglutina a diversos sectores y academia superior.

Según el Instituto Nacional de Estadística, del año 2009 al 2013 se efectuaron 4,983 matrimonios de niñas de 10 a 14 años.  Así mismo se ha  determinado  que las menores de edad tienen mayor riesgo de muerte por causas relacionadas con el embarazo y parto y de sufrir violencia por parte de su pareja, ya que son obligadas a casarse, desvalorizadas y percibidas como propiedad, según un informe de la organización Plan Guatemala. 

Para  Gloria Laynez, Defensora de la  Mujer Indígena de Guatemala, DEMI: “Las niñas tienen derecho a la educación, sobre todo en el nivel secundario, que es una poderosa fuerza que transforma a las sociedades y a las propias niñas.  Es un elemento positivo que permanece constante en casi todos los resultados previstos para el desarrollo, desde la reducción de la mortalidad y la fecundidad, hasta la reducción de la pobreza y el crecimiento con equidad, el cambio de las normas sociales y la democratización”.

2. Derecho a la Salud

Recibir un trato digno, con respeto y calidad por parte del personal de los servicios médicos a los que acudas, sean privados o públicos.

 

Pablo E. Izeppi, psicólogo especializado en atención de mujeres sobrevivientes de violencia

Es interesante como este curso de MIA,  se enfoca en los diversos factores socioculturales que han dado paso a una estructura de desigualdad de género en el país.  Esto despierta la necesidad de generar espacios de transición enfocados en las nuevas generaciones, para construir una sociedad en la que verdaderamente prevalezca la equidad como un modelo de convivencia y desarrollo social.

Jorge Hernández

No es cuestión de “cederles espacios” a las mujeres en su búsqueda de igualdad, sino de unirse al cambio y cambiar todos juntos.  Esto me ha llevado a involucrarme en el trabajo de repensar los roles de género.  Al trabajar  como voluntario dentro de MIA reflexiono acerca de mi propia masculinidad y busco ayudar a otros hombres a replantearse la de ellos.

 

Ejemplos vivenciales

Romper los esquemas patriarcales es uno de los compromisos asumidos, ya que de nada sirve que existan aplicaciones de leyes si la educación sigue siendo la misma.  Se  debe formar a los hombres para que reconozcan cómo los roles de género afectan su identidad, para alcanzar a una visión más abierta que implique una división igualitaria, entre hombres y mujeres, que los involucre en tareas tradicionalmente “de mujeres”, como el cuidado de los hijos y labores del hogar.

También incluye la transformación de algunos aspectos de “masculinidades tradicionales”: tendencia de resolver conflictos a través de la violencia, obtener o mantener el poder, y la tendencia a reprimir emociones.  Esto requiere que los hombres comprendan que ellos ganan de esta situación, que sus relaciones personales no se basan en la violencia ni la competencia, que las relaciones en su familia y con su pareja alcanzan un mejor nivel y la interacción con sus hijos es más cercana.  Uno de los logros obtenidos en el país es el diplomado que se inició en la Universidad de San Carlos, “Hombres contra el femicidio”, de la fundación Mujeres Iniciando en las Américas, MIA.  Los testimonios que se citan en este reportaje pertenecen a algunos de los alumnos que se han sensibilizado y comprometido.

3.  Derecho a derechos sexuales y reproductivos

A ejercer la sexualidad de forma libre e informada, a la maternidad sin presiones ni condicionamientos y libre de violencia sexual.

 

No más violencia

En cuanto al acceso a la justicia, es a través de la lucha de las mujeres organizadas como se ha encontrado la posibilidad de avances, los cuales han reducido los niveles de impunidad a través de la justicia especializada en violencia contra las mujeres. 

Sin embargo, falta extender esta cobertura y que se cumpla con los objetivos de la Convención para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, y de Feminicidio y otras Formas de Violencia contra la Mujer, agrega Morales.  Existen sectores que siguen sin comprender por qué se necesita de una ley y un sistema de justicia especializados para las mujeres, pues no comprenden que la violencia contra ellas se da en el marco de las relaciones desiguales de poder entre sexos, y esa es una circunstancia de orígenes históricos todavía no superada. 

Con la aprobación de la Ley contra el Femicidio y otras Formas de Violencia contra la Mujer se tomaron desafíos específicos en defensa de la vida y la seguridad.  “En resumen, lo que preserva esta normativa es la vida y gracias a esta ley se crearon los juzgados, los tribunales y ahora una sala de apelaciones especializados, lo que convierte a Guatemala en un país pionero en la materia”, explica María Eugenia Morales Aceña de Sierra, abogada y notaria, asesora del presidente del Organismo Judicial.

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4.  Derecho a una vida libre de violencia.

A ejercer la sexualidad de forma libre e informada, a la maternidad sin presiones ni condicionamientos y libre de violencia sexual.

 

Pedro Antonio Contreras

Con todo el conocimiento que me han compartido en el diplomado se ha despertado mi conciencia respecto al problema de la violencia contra las mujeres.  Y eso me ha impulsado a tomar cartas en el asunto y convertirme en un agente de cambio, primero en mi casa con mi familia y luego al multiplicar el cambio con los hombres que me rodean.

 

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5. Derecho al trabajo

A recibir un salario justo e igual al de los hombres por el mismo cargo o funciones y a no ser despedida por estar embarazada o por vivir con VIH.

 

Huellas y esperanzas

Hay que tener en cuenta que aunque muchas veces en teoría se reconocen los derechos, en la práctica se contradicen.  “El acceso a la educación, a la salud, a la participación política todavía son muy precarios.  Con la reforma del Artículo 212 de la Ley Electoral y de Partidos Políticos, creí que se iba a dar un salto cualitativo y cuantitativo, sin embargo, solamente se estableció un 30 por ciento para las mujeres”, añade la licenciada Morales.

Esta situación hace ver que en Guatemala todavía falta mucho para que se cumpla con lo establecido en la Constitución Política de la República, pues en ella se habla de la igualdad en derechos, obligaciones, responsabilidades y oportunidades, tanto para los hombres como para las mujeres.  “Sin embargo, no se entiende que esa igualdad quiere decir paridad.  Tampoco se tiene en cuenta que las mujeres conformamos más del 50 por ciento de la población y hay más mujeres que hombres empadronados”, añade Morales.

Ha habido una  mayor posibilidad de que las féminas accedan a la educación y, principalmente, a la alfabetización.  No obstante, hay que tomar en cuenta que las indígenas y quienes viven en el área rural todavía están excluidas. 

Invertir es importante

El tema de los derechos de las mujeres está puesto en el tapete desde diversos ámbitos.  María Machicado, representante de ONU Mujeres en Guatemala, explica que es importante invertir en las mujeres, reconocer que son portadoras de derechos.  Esta afirmación queda sustentada en las diversas convenciones, convenios internacionales que los países, entre ellos Guatemala, han asumido y ratificado como compromisos que llevados a la práctica pueden convertirse en políticas públicas y de inversión.

Esto es lo que se viene trabajando desde la Plataforma de Acción Mundial de la IV Conferencia de la Mujer, que se llevó a cabo en Beijin hace 20 años.  En la actualidad se ha retomado para analizar los avances con organizaciones, instituciones y sociedad civil, siendo prioridad los temas como economía, trabajo, medio ambiente, salud, educación, medios de comunicación, niñez y conflicto armado.  El resumen de las discusiones de los desafíos será presentado el próximo año en un espacio del Comité de Naciones Unidas.

6. Derecho al desarollo

A la propiedad y a la tenencia de la tierra y que se reconozca el trabajo doméstico como fuente importante de desarrollo familiar, social y comunitario.

Christian Farfán

El Diplomado Hombres Contra el Feminicidio me ha ayudado a desarrollar relaciones profesionales y personales más productivas y armónicas con mujeres y hombres a mi alrededor.  He desarrollado una actitud más crítica ante mis acciones y las de otras personas y así resolver e inclusive evitar conflictos que normalmente ocurren dentro de una cultura tan desigual y machista como la de Guatemala.  Recibir el diplomado me ha permitido comprender mejor la forma como se manifiesta la violencia contra las mujeres en el país e involucrarme en los esfuerzos para reducirla.

 

Artículos pendientes de modificar

María Eugenia Morales Aceña de Sierra, abogada y notaria, asesora del presidente del Organismo Judicial y aspirante a magistratura de la Corte Suprema de Justicia.

“Del Código Civil sigue pendiente de modificación el Artículo 317, en el cual se excusa a la mujer de ejercer la tutela, lo que la relega a una posición de minusvalía o de minoría de edad eterna”.

“Es importante que más mujeres lleguen a la Corte Suprema de Justicia, para sostener, fortalecer y afianzar el término de femicidio y todas sus implicaciones”.

En el Caso 11,625 presentado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, por el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional y María Eugenia Morales de Sierra, se señalan varios artículos del Código Civil, por ejemplo el Artículo 113, el cual indica que una mujer casada solo puede ejercer una profesión o tener un empleo, cuando ello no perjudique sus funciones de madre y ama de casa.  Además en el Artículo 114, el marido puede oponerse a las actividades fuera del hogar de la mujer toda vez que la sustente y tenga razones justificadas.  Mientras que en el Artículo 131 se faculta al esposo para administrar el patrimonio conyugal.

Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas, Unfpa, la igualdad de género es un derecho humano.  Se trata de una condición indispensable para el desarrollo y la reducción de la pobreza.  Esto, porque las mujeres empoderadas contribuyen de manera importante a la salud y productividad de sus familias y comunidades, con eso también mejoran las posibilidades de sus hijos en el futuro.  Sin embargo, la discriminación hacia las mujeres y las niñas -incluyendo la basada en el género, la económica y en salud reproductiva- en Latinoamérica y en particular en Guatemala sigue profundamente arraigada.

7. Derecho a la participación

Derecho a la participación política.  Participar en las políticas públicas y de toma de decisiones en condición de igualdad, respecto a los hombres y a fomentar el liderazgo y participación comunitaria de las mujeres.

 

Fuentes: María Eugenia de Solórzano, pedagoga, teléfono (502) 5966-1673.  Verónica Simán, representante de Unfpa en Guatemala, rmorales@unfpa.org   Patricia Borrayo, investigadora del Instituto Universitario de la Mujer, Imusac, teléfono  (502) 5312-6804.  Nathalle Trutmann, residente en Brasil, de la agrupación Mujeres Poderosas Guatemala, www.poderosas.org  María Machicado, representante de ONU Mujeres en Guatemala, teléfono(502) 2327-6373, extensión 347.  Gloria Laynez, Defensora de la Mujer Indígena de Guatemala, DEMI.  Instituto de Estadística, INE.  Hilda Morales, Procuradora Adjunta del Procurador de Derechos Humanos, teléfono(502) 2424-1712.  María Eugenia Morales Aceña de Sierra, abogada y notaria, asesora del presidente del Organismo Judicial, contacto Brenda Estrada, brendalandaverry@hotmail.com   Lucía Muñoz, emprendedora social, de la Fundación Mujeres Iniciando en las Américas, MIA con el Diplomado Hombres contra el Femicidio, lucia@miamericas.info   Miamericas.org   Plan Guatemala, www.plan-guatemala.org   Mujeres Paz y Seguridad, retos para el avance de la resolución 1325 en Guatemala, Hivos, Reino de los Países Bajos.  Prevenir con educación, carta-acuerdo entre Ministerio de Educación y Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social.

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