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Camino a la liberación

Si un ser querido vive con una adicción, la familia necesita romper la etapa de negación y admitir el problema. Este es el paso inicial en el proceso de recuperación.

Cuando una persona desarrolla una adicción, las consecuencias de su dependencia arrastran a sus seres queridos a un torbellino de emociones y sentimientos encontrados. Al respecto, estadísticas recientes señalan que por cada drogodependiente o alcohólico activo hay siete personas de su entorno que resultan afectadas.

En general, la familia descubre la adicción de su pariente por señalamientos de terceros o cuando observan un evidente patrón nocivo en su conducta. En algunos casos la negación suele ser la primera reacción.

Es común que algunos círculos familiares se escuden en una actitud de indiferencia o de poco interés con la falsa esperanza de que el problema se resuelva por sí solo o como algo pasajero, explica la psicoterapeuta Karla de Boy.

Por eso, los profesionales especializados en adicciones y codependencia concuerdan al afirmar que el primer y gran paso para el círculo familiar es admitir la presencia del problema, y determinar su papel y las acciones a tomar para su resolución.

A criterio de Sergio Valle, consejero especializado en drogodependencia, la contribución de la familia es mayor cuando logran abandonar patrones negativos en sus relaciones, establecen límites claros, acompañan a su ser querido en la rehabilitación y practican a su lado comportamientos nuevos y saludables.

Vivir en penumbra

La conducta adictiva es, por lo general, urgente y obsesiva. La persona con adicción no piensa en otra cosa que no sea la droga o la actividad compulsiva, y en cómo lograr tenerla. Se convierte en una obsesión que dirige gran parte de su tiempo, se apodera de su energía y atención, reflejándose en el abandono parcial o total de sus actividades, explica De Boy.

Cambio de esquema

Cabe señalar que no es conveniente que un núcleo familiar trate de llevar por su cuenta la situación, porque tal decisión suele agravar el problema.
La terapeuta indica que esta situación requiere de un acompañamiento a nivel familiar con la psicoterapia y el tratamiento psicológico personalizado del adicto y, en algunos casos, se requiere internarlo en una institución especializada.

Si bien la desintoxicación es valiosa no es el único objetivo que debe perseguirse, porque para que sea un proceso duradero y de transformación real es necesario que el familiar con dependencia logre completar todos los pasos de la rehabilitación, reenfocar su vida y reencontrarse como persona, agrega De Boy.

Seleccionar la institución adecuada significa informarse ampliamente acerca de la adicción como síntoma del vacío existencial que vive el ser querido, la forma en que puede ser abordada y los centros calificados en el país para brindar el soporte terapéutico.

En este sentido la psicoterapia de rehumanización ha tomado mayor auge, porque busca que la persona adicta redescubra su autoestima perdida y salga de ese vacío que la llevó a engancharse a una sustancia o situación compulsiva.

Por eso es importante elegir una institución seria y con buenas referencias. Por el contrario, debe dudarse de programas que ofrezcan soluciones rápidas o milagrosas, afirma Valle.

Es aquí donde la logoterapia ayuda a nivel individual a la persona a redescubrir el sentido de su vida. Este método de tratamiento psicoterapéutico parte del espíritu y está centrado en la búsqueda del sentido de la existencia.

Sea cual sea el centro elegido, la familia debe tener claro que la duración del tratamiento en general es largo. Es irresponsable decir que la adicción puede resolverse en un mes o en 28 días. Debe darse un seguimiento y, sobre todo, tomar en cuenta que la adicción se ha desarrollado en un promedio de cinco a 10 años de consumo intenso. Por lo tanto es idealista pensar que se resuelve con el simple hecho de dejar de consumir drogas o alcohol durante algunas semanas.

Aunque el centro debe comprometerse a ofrecer lo mejor, la familia tiene la tarea de responsabilizarse de seguir los lineamientos, la orientación y asesoría de los profesionales encargados. Si se actúa en equipo los resultados suelen ser más sólidos y satisfactorios, añade Valle.

Por otro lado, existen instancias gubernamentales a las cuales pueden acudir las familias inconformes con el trato, las condiciones o el tratamiento recibido. Entre dichas entidades están: la Dirección de Registro Acreditación y Control de Establecimientos de Salud -DRACES-, del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social; Secretaría Ejecutiva de la Comisión Contra las Adicciones y el Tráfico Ilícito de Drogas, SECCATID; Procuraduría de Derechos Humanos, y Policía Nacional Civil.

En las manos adecuadas

La familia necesita buscar un centro de atención integral que cuente con un equipo interdisciplinario para acompañar el proceso de recuperación.

Un proceso de rehabilitación va mas allá de la desintoxicación, o fase de acogida, como la llaman los especialistas. Esta comprende los primeros cinco o 10 días después de que la persona ingresa al centro y deja de intoxicar su organismo con drogas, para procurar la recuperación del equilibrio físico, psicológico y social.

Sigue la fase de deshabituación y rehabilitación, la cual da paso a una serie de actividades terapéuticas y educativas que le ayudan a aceptar su condición y a desarrollar un compromiso existencial de cambio. Se trabaja en un autoexamen interior, en el cual el individuo es capaz de ver sus conflictos y al identificarlos puede trazarse un plan de cambio y de control de sus emociones y sentimientos.

La fase reeducativa y de reinserción social persigue que el paciente practique su crecimiento y elabore una propuesta de un nuevo proyecto de vida y construya un plan específico de prevención de recaídas. Este es el momento para que retome su vida, actividades y trabajo.

Según sea el método del centro de rehabilitación, existe una fase de seguimiento en la cual la persona regresa a compartir sus vivencias y continúa retroalimentándose de manera permanente, asume su vida cotidiana y procura ser un ser humano estable. Todo esto sucede si el centro trabaja de forma profesional y comprometida con alcanzar el mejoramiento de la persona que vive con adicción y de su familia.

Por el contrario, los lugares de encierro solo crean más resentimiento y culpa en la persona con adicción, además de que no ofrecen un método terapéutico que verdaderamente sane y ayude en la recuperación.

Por esa razón debe buscarse un centro que cumpla con códigos de ética, que satisfaga y se maneje bajo estándares altos de calidad de atención y servicio; además de cumplir las normas mínimas de atención y estar registrado, acreditado y certificado, agrega Valle.

Antes de tomar la decisión es necesario visitar el lugar, conocer al personal y pedir los títulos que los acreditan. También conviene preguntar acerca de los resultados y buscar a una persona confiable que recomiende dicho lugar.

Los mejores tratamientos son aquellos en los cuales el adicto participa de forma voluntaria. Por eso la familia no debe renunciar a su pariente ni echarlo a la calle. Es más valioso darle alternativas para que él o ella misma decidan, y acompañarlos en la recuperación de su vida.

Amor duro

Otro factor importante para el éxito en la recuperación de una adicción es el ‘amor duro’, el cual consiste en un tipo de afecto que es más apropiado y útil en las relaciones con adictos activos.

Como familiares, a veces el cariño puede entorpecer el establecimiento de límites adecuados para protegerse o para evitar colaborar con la conducta adictiva. Sin embargo, el amor duro, es decir el que la familia brinda combinado de manera balanceada con la firmeza necesaria para fijar límites saludables, es una herramienta vital en el proceso de convivir con un adicto activo.
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Fortalecer el vínculo

Si la familia permanece saludable y con apoyo equilibrado, puede obtener mejores resultados en un proceso difícil y desgastante, pero esperanzador, como lo es la recuperación.

Debido a esto, conviene tener otras actividades que no giren solo en torno a la persona con adicción. También ayuda estar preparados y conocer la enfermedad, buscar bibliografía adecuada, estar informados para no sufrir y saber cómo actuar. En otras palabras, el conocimiento les confiere poder para afrontar esta situación, concluye De Boy.

Informarse bien

Las siguientes preguntas son solo algunos ejemplos de la información a solicitar en cada centro de rehabilitación, con el fin de encontrar el apoyo adecuado para el familiar o amigo que vive con una adicción:

Tratamiento:¿cuál es la ideología del tratamiento?, ¿qué terapia utilizan?, ¿cuáles son las motivaciones y valores que se inculcan durante el tratamiento?, ¿consideran al alcoholismo y la drogadicción como enfermedades?

Profesionales:¿quiénes forman el equipo de trabajo, cuál es su especialidad y su papel para contribuir con la recuperación?, ¿qué experiencia, preparación y títulos tienen?

Pacientes o internos:¿qué tipo de pacientes tienen?, ¿han tenido problemas de agresividad o violencia interna?, ¿pueden hablar con uno o dos de los internos para conocer su opinión sobre el centro?

Duración:¿cuánto tiempo dura el tratamiento?, ¿qué etapas tiene?, ¿el programa incluye a toda la familia?

Sistema de pago:¿cuál es el procedimiento, compromiso y contrato para internar a un familiar?, ¿aceptan cualquier seguro médico, tarjeta de crédito, cheques o cuotas?, ¿cuáles son las formas de pago?, ¿cuánto cuesta el programa?

Plan de acción sanadora

El siguiente esquema presenta lo que podría ser la curación de la familia, con el entendido que esto puede tomarse de forma individual y de acuerdo a los conflictos que se susciten:

1. Darse cuenta de lo que sucede y tomar la decisión de cambiar.
2. Curación interior y terapia individual.

a) curación de heridas y recuerdos.
b) proceso de perdón.
c) aceptación de los padres o de los hijos.
d) elegir libremente la alternativa de recuperación.

3. Terapia familiar.

Grupos de apoyo.

Cursos para cambiar patrones de conducta.

a) cursos de autoestima.
b) comunicación.
c) manejo de sentimientos.
d) cursos para salir de la codependencia.

Es necesario contemplar que ninguna de estas terapias y ninguno de estos cursos es efectivo a menos que la familia o la persona desee de corazón recuperarse. De otra manera será una terapia o un curso más que no producirá cambios importantes en las actitudes y conductas personales y familiares.

Sanar las conductas

El primer paso en el cambio de conductas es empezar la batalla hoy. La neurología indica que cuando una adicción se suspende por un tiempo y luego se cae en ella de nuevo, toma mucha más fuerza. Por lo tanto, la decisión necesita ser para siempre, a partir de hoy y de una sola vez. Cuando la persona entiende el daño que se causa a sí mismo, no puede seguir coqueteando con la sustancia o actividad adictiva. Esto bajo la supervisión de un grupo interdisciplinario y en un centro de recuperación adecuado.

En el momento que la persona con adicción toma la decisión de vivir plenamente, elija dejar la esclavitud y ser libre, es cuando se produce el cambio interior. Es la ocasión para que el psicoterapeuta ayude a sus pacientes a vislumbrar la perspectiva de este cambio, a estudiar sus opciones y a descubrir nuevas motivaciones.

Una vez decidida la transformación, el adicto necesita actuar en la forma en que se formó la adicción: por la repetición de actos. En otras palabras, repetir actos positivos para cambiar los hábitos negativos, esto le ayuda a obtener una satisfacción a un nivel superior por la sensación de triunfo.

Por Karla Rímola

Fuentes: Sergio Rolando Valle Leoni, consejero especializado en drogodependencias y director ejecutivo de Alborada Comunidad Terapéutica Especializada. Karla de Boy, psicoterapeuta familiar y de pareja, del Instituto de Ciencias de la Familia.

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