Leopoldo Barrientos lleva el arte en las venas y se ha decantado por la escultura como expresión de tendencias y gustos, pero ha sabido convertirla en un crisol en el cual convergen música, literatura e historia.
Este escultor (Guatemala, 1976) lleva el arte en las venas y se ha decantado por la escultura como expresión de tendencias y gustos, pero ha sabido convertirla en un crisol en el cual convergen música, literatura e historia.
El viejo manchego Don Quijote, por ejemplo, fue motivo de una de sus series: otra incluye a personajes como el expresidente coronel Jacobo Arbenz Guzmán, al Gran Lengua Miguel Ángel Asturias o el periodista Clemente Marroquín Rojas (obras donadas por el autor al Museo de Historia, el Musac y a la Hemeroteca Nacional, respectivamente). El caballo es uno de sus zoomorfos favoritos, pero si hay un hilo conductor en su obra son los músicos, a los cuales ha figurado de diversas maneras. Conocedor de muchas técnicas y excelente en el manejo del color, sus obras no pasan inadvertidas porque, además, les deja una impronta muy personal. Como expresión de respeto al medio ambiente utiliza materiales de deshecho, dándoles a sus obras un mensaje ecológico.
Es formador de Artes Plásticas, maestro de la asignatura a nivel medio y su trayectoria ha sido merecedora de varios galardones. Su formación, que le viene del padre, el reconocido escultor Oscar Barrientos, tiene fuerte raigambre académica en la Universidad de San Carlos, en donde obtuvo el PEM en Artes Plásticas y la licenciatura en Arte. A la fecha, ha montado seis exposiciones individuales.
“Leopoldo Barrientos es portador de una nueva sensibilidad: precisamente la sensibilidad de nuestro tiempo”.
Juan B. Juárez.Por León Aguilera Radford
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