Preludio en cuatro tiempos

Argentina, Brasil, Canadá, Corea, Uruguay, dos veces en Guatemala, Pascale Archambault ha expuesto en estas naciones transportando piezas de gran formato, esculpida en piedra bruta o noble.  La obra ya terminada se presenta transparente al espectador. Transparente en el sentido de que no es sino hasta cuando se le observa con detenimiento, o si se sabe sobre técnicas

escultóricas, cuando se aprecia el considerable esfuerzo físico y creativo que conlleva cada una. Son propuestas que en su mayoría, o por lo menos en la exposición más reciente de Pascale en Guatemala, en la Galería El Túnel, giran alrededor de extremidades, de encuentros personales o de pequeñas figuraciones, a veces encerradas en primorosos contenedores de vidrio. “El arte es mi vida, mi vida es el trabajo”, nos dice la creadora.

“Es un intercambio continuo. El título de mi exposición se refiere a un preludio porque la música ha estado alrededor de mí, desde que era muy pequeña. Mi padre se dedica a ella y en casa tocaba con mi madre, y mi esposo también. Toda la familia tocaba junta, hicimos conciertos cuando estábamos jóvenes”. De ahí tal vez resulta que sus esculturas tengan un ritmo implícito. El cuatro tiempo, del título, se refiere a los ciclos de ciertas composiciones musicales, pero también a las estaciones, a las divisiones clásicas de la vida o a las cuatro funciones de la conciencia, que Pascale clasifica

como infancia, adolescencia, madurez y vejez.

“La escultora Pascale Archambault desmenuza enormes bloques de mármol y los convierte en asombrosas obras de arte. Al hacerlo descubre la forma humana, se ven dos cuerpos emerger de ahí fácilmente, pero a los espectadores también los alcanza un sentimiento de alma y espíritu que emana desde dentro”. Eugene Kim, Partner & Chief Operating Officer, My Modern Met Sobre la obra creada por Pascale Archambault en el Festival Internacional de Escultura Guatemala Inmortal, en 2007.

Por León Aguilera Radford