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En búsqueda de una oportunidad

¿Quién con una oportunidad no se atreve a transformar su vida? En Guatemala existen instituciones que generan una esperanza entre las comunidades al abrir un espacio de crecimiento para las mujeres, niños y adolescentes, quienes buscan cortar las cadenas de una vida precaria.

“También hay gente buena”

Esa es la frase que expresa Dora Coloma, médica y fundadora de Debora, una fundación que por más de 15 años ha marcado de forma positiva la vida de cientos de personas en El Mezquital, considerada una zona roja en el país.

Karen Lau, una de las voluntarias de la organización, comenta que este es un proyecto modelo que cambia la visión de mujeres en un área marginal y da expectativas de vida distinta para los niños. En la actualidad están buscando apoyo de personas que quieran colaborar de diferentes maneras para que se mantenga la iniciativa y se haga autosostenible.

El proyecto comenzó bajo galeras en 1997 y en la actualidad cuenta con una casa de tres pisos con clínicas, talleres y una guardería que atiende 60 niños entre 2 y 6 años, quienes reciben cuidado, educación y un menú saludable. El único requisito para ser recibidos es que la madre sea trabajadora, o bien se involucre en proyectos de crecimiento personal que organiza la institución a lo largo del año. El espacio es bien aprovechado y en diferentes horarios las mujeres aprenden a hacer manualidades, técnicas de belleza y estilismo, textiles, corte y confección y computación, así como estudios de nivel primario, explica Eugenia Coloma, coordinadora del área educativa.

“Este año ya no se pudo ofrecer educación básica ni diversificado por falta de apoyo económico”, agrega la coordinadora. Esta misma razón ha provocado que se cierren algunos talleres, aunque otros subsisten porque las instructoras están dando su tiempo ad honórem. Más de mil mujeres han sido beneficiadas en estos años, por ejemplo Glenda Carías, de 38 años, quien aprendió a elaborar blancos y textiles y con este trabajo ha mantenido su hogar como madre soltera de cuatro hijos. Carla Aguilar es otra joven entusiasta quien se graduó en la Fundación Debora. Actualmente trabaja en el mismo lugar como educadora y cursa el segundo año de Universidad.

Para seguir con historias de éxito se requiere de ayuda. La institución solicita instrumentos y medicamentos para la clínica médica y dental, aparato de rayos X, alimentos, tiempo de voluntariados para psicología y otras especialidades, talleres y elementos como pasta dental, jabones, juegos de estimulación, toallas sanitarias, entre otros.

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Tecnología a la carta

La Fundación Eibhy Rouanet lleva el nombre de su fundadora. Esta iniciativa comienza apenas hace año y medio con la idea de llevar laboratorios móviles de computación a centros educativos públicos en los departamentos de Guatemala. Por ahora cerca de 20 instituciones se han sumado a la propuesta.

El objetivo es la implementación de las nuevas tecnologías de información y comunicación en el aula, reducir la brecha digital y generar oportunidades de desarrollo comunitario a nivel nacional. Para ello se ha logrado tener apoyo de Intel quienes ofrecen computadoras portátiles especializadas para el área educativa, aunque el proyecto recibe donaciones de todo tipo de equipo que permita al sistema educativo nacional tener la experiencia tecnológica.

Los laboratorios se sostienen por los padres de familia quienes pagan Q25 mensuales, lo cual incluye el uso del laboratorio, cañonera interactiva, hojas, servicio de impresión, alarma y capacitaciones de maestros en Intecap e Intel, para certificar a los profesionales. “Esto es ideal para terminar con el analfabetismo tecnológico y que los maestros conozcan como usar estos recursos en todas las clases”, agrega Rouanet.

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El pago no se recibe únicamente efectivo, sino en especie como granos, alimentos, animales y otros que cubran los Q25. “Vendemos los productos y con ello logramos reunir el dinero para pagar la deuda en el banco”, agrega Rouanet.

Además, el equipo también se aprovecha para organizar talleres y que los padres reciban diversas capacitaciones de temas que le interesen a la población.



El reto es disminuir la brecha digital en la educación”. Eibhy Rouanet


Una lucha anual

En Quiché existe un proyecto que por más de cinco años ha buscado ayudar a jóvenes de 12 comunidades del área Ixil para terminar sus estudios de nivel medio y diversificado. “Para los padres es difícil seguir con la educación de sus hijos porque en estos niveles los estudiantes no tienen centros educativos cercanos, surge la necesidad de salir de las comunidades, lo cual representa el pago de una habitación, comida, útiles y otra serie de aporte económico en ocasiones imposible de sostener”, dice Gregorio Cuyuch, de la Asociación para el Desarrollo de Comunidades Mayas.

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Actualmente se tienen 30 becas que se consiguieron a principios de 2013, pero se quedaron 15 adolescentes sin recibir ayuda, según la meta de la Asociación para este ciclo. El proyecto ya ha logrado la graduación de siete estudiantes y de ellos tres llegaron a la universidad. La beca incluye colegiatura, útiles escolares, pago de maestro y mecanografía, un total de Q1,650 por alumno. Sin embargo, no hay becas completas y los padres asumen la responsabilidad del resto de detalles.

El factor económico es el responsable de que los jóvenes detengan sus metas educativas. Nazario Cuyuch Rivera y Magdalena Tiu Ixcoy, por ejemplo, solo sacaron el primer año de magisterio y sus padres ya no consiguieron recursos para continuar, así que regresaron a trabajar al campo. Por lo menos se requieren entre comida y habitación Q1,400 mensuales aproximadamente.

El proyecto además tiene otras necesidades para asegurar la calidad educativa como pizarrones, computadoras portátiles, cintas para máquinas de escribir, diccionarios, enciclopedias y libros, por mencionar algunas.

Por Ingrid Reyes

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