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Filigranas antagónicas, antonimia de la mujer

Que no te engañe el blanco intenso de esta muestra. A primera vista, la colección recuerda a las cerámicas que algunas señoras de antaño guardaban celosamente en cómodas con cristales. Pero al acercarse se revela otro escenario: rostros de mujeres, de primorosa factura, que denuncian con delicadeza las presiones, angustias, señalamientos o carencias de la mujer urbana actual. También a sus excesos. Se trata de un panorama plástico en cerámica por medio del cual Maggie Marroquín de Bickford muestra cuán incisivo llega a ser su mensaje. Desde la cat lady a la obsesión por el botox, la abnegación determinada por roles sociales o la entrega sectaria y el consumo desmedido de, como diría la DEA, sustancias reguladas o prohibidas. Es una visión de la mujer por la mujer misma, desde una perspectiva estrictamente femenina.

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En cuanto a la elaboración es de calidad incuestionable, porque Maggie tiene 40 años en la cerámica y ha viajado extensamente por Estados Unidos y Francia para afinar sus conocimientos. Además fue pionera con su academia Hobby Ceramics, donde formó a más de 500 alumnas durante 15 años. Las bancas de la Plazuela España fueron renovadas por ella en 1986 y si has visto los letreros que consignan los antiguos nombres de las calles del Centro Histórico, también son suyos. Entre sus maestros cuenta a Roberto González Goyri y a Miguel Ángel Ríos, con quienes estudió a sus 8 años de edad.

La mayoría de las piezas han sido horneadas dos veces, ya que así lo exigen los acabados brillantes y esmaltados que contrastan con los mates. Cada cocción -hecha a 2,250 grados Fahrenheit (1,232.22 grados centígrados)- lleva entre 9 y 11 horas. Cada cara es única, diferente en su expresión, diseño, detalles y acabados. Ha dejado las piezas en blanco, pues de esa forma es más directo su mensaje”.

Silvia Herrera Ubico, crítica de arte, sobre esta muestra.

Por León Aguilera Radford
Fotos cortesía Maggie Marroquín de Bickford

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