blog

La poesía de Alina Kummerfeldt  

 

Alina Kummerfeldt tiene 24 años y ha publicado dos poemarios: Carta Cero y Trotamundos de Cuerpos, uno en Guatemala (2011) y el otro en Argentina, a donde viajó para estudiar.  Revista Amiga entrevistó a Kummerfeldt, y taza de café por medio, reveló los procelosos interiores que eclosionan en sus poemarios.

-Tu poesía tiene ritmo, una corriente interna, como río subterráneo.  ¿Cómo te surge?

No puedo escribir un texto sin hablarlo.   Es como si estuviera diciendo las cosas a la persona de frente y si no es para una persona, siento que se lo digo a un ente o al mundo entero.  No sé cómo surgen, porque cuando escribo no lo hago tan conscientemente, estoy como extasiada.  Escribo  mis poemarios con un ritmo natural y luego surge otro creado, que es el que trabajo.

 -¿Editas mucho tu trabajo?

Lo reviso muchísimo, sobre todo para publicarlo.  Es casi imposible que esté listo a la primera, generalmente lleva varias ediciones.  Lo edito en una noche, lo dejo reposar y con el tiempo surgen nuevas cosas.

 -¿Cuánto tiempo te tomó completar el libro?

En realidad fue como año y medio.

 -Tienes una poesía que se llama Carta cero, como tu anterior poemario ¿Por qué?

De ahí saqué el título del libro pasado, porque era una carta que entregué hace mucho tiempo y la transcribí como poema.  Era el inicio de la microhistoria que estaba contando este poemario de amor.  Es soledad al inicio, no sé por qué no lo incluí en el pasado, creo que era para Trotamundos de Cuerpos.

…cuando escribo no lo hago tan conscientemente, estoy como extasiada.

 -Hablemos de la Alina Kummerfeldt: ¿Por qué el tema de la muerte?

Cuando era pequeña siempre le preguntaba a mi madre si ella era mi madre, tenía la sensación de que tenía otra, no entendía cómo estaba aquí o qué era este cuerpo, no entendía nada de eso.

-En alguna parte del poemario, defines a tu cuerpo como a una prisión de la que no puedes huir…

Desde pequeña me sentía un poco aprisionada, como que no cabía y quería liberarme, tal vez porque no encontraba el canal, ahora lo encontré (en la poesía).  Desde otro punto de vista podría ser algo psicológico, pero yo no lo creo así, creo que es algo que va más allá.  Pero creo que todo está en mi poesía, no tengo que explicarlo.

 -¿Hay un sentido místico en esto?

Bastante místico y termina justo con el misterio, pero sintiéndose gozoso, no juzgándolo, no predisponiéndolo, simplemente sintiéndolo libre, porque, si somos nada, eso da un poco de frescura, alivianarse, ya despojarse de todos los sentidos.

 -O sea que tú desde pequeña has explorado nuevas rutas…

Sí, mi madre me ayudó porque conforme me surgían esas preguntas y esos ataques emocionales, si se pueden llamar así, empezó a encaminarse en vías espirituales alternas, a transitar por el Tao, el budismo… un sinfín de religiones, como queriendo responder.  Y finalmente, hace como 10 años, terminó siendo sacerdotisa maya.  En los últimos años de mi adolescencia estuve en contacto con todo eso.

-Tu poesía ha sido una búsqueda.  ¿Hay una cuestionante de trascendencia, una afirmación de que hay algo más allá de la muerte?

Una afirmación, sí, que me va a encontrar.  La respuesta no va a ser concreta, no va a venir en palabras o capturada en una imagen, pero me va a encontrar.

 -Tienes un poema muy interesante porque es una crónica, ¿cómo se te ocurrió?

¡Ah!  Itinerario de un viaje.  Es una poesía que dice lo que hacemos: viajar hacia otros yos, y luego le hice una dinámica para que cupiera en un día, para darle el cuerpo que necesitaba.

 -En otro, hablas de gigabytes, de música y de medios de almacenamiento.  ¿Es para reflejar al mundo moderno en tu obra?

Es Rom: no tanto, el mundo moderno no está tan metido ahí, será trillado decirlo, pero, como Pessoa tenía una multitud dentro de él, tenemos muchas personas dentro de nosotros y creo que una mía es moderna.  Las otras son atemporales.

 -Respecto a tu futuro, mencionabas que te gustaría incursionar en la narrativa y en el dibujo…

En el dibujo me cuesta asumirme, no sé si lo voy a hacer, ahora es un experimento, como la mayoría de cosas que suceden en mi vida.  Es necesario tener disciplina, porque sin ella no se llega a ninguna epifanía.  Sin embargo, no creo dedicarme tanto a la poesía en este tiempo que viene.  Vienen otras cosas.

 -¿Quiénes son tus avatares literarios?

Lo que voy leyendo en el camino, entrelazando la lectura con mi vida.  Quienes están siempre son Nietzche, lo leí mucho en mi juventud, me persigue con su estilo y filosofía de vida.  Otros autores que me han impactado son Sábato, que me da mucha esperanza y me refresca cada vez que lo leo y Kierkegaard me ayudó a trasladar las ideas a la tierra, aterrizarlas, porque uno a veces se pierde en el éxtasis que es la creación.  Otra lectura: Salinger, por ejemplo.

 

Texto León Aguilera Radford
Fotos Julieta Ordóñez
s