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Marionetas

Cada día me doy cuenta de que esta disciplina es seria y a la vez divertida, que en la realización de una marioneta no hay perfección si nos atenemos a las reglas, la improvisación rinde excelentes resultados. Seguiré creando personajes de la vida diaria de nuestra sociedad, a los cuales admiro, o aquellos que con algo de nostalgia forman parte de mis valores culturales”. Verónica Giracca.

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Se cree que las marionetas surgieron 3,000 años antes de Cristo. Han estado con nosotros en casi todas las culturas y civilizaciones, ya sea para entretener o como parte de elaborados rituales. A nivel general, su fabricación es una artesanía que incluye a varias disciplinas. Pero no cuando son creadas por las manos de Verónica Giracca, una artista de trayectoria que va a sus raíces familiares -su abuelo fue titiritero- para encontrar la fuente de esta pasión. Esta serie que exhibió en la Galería Graffiti, de Chattanooga, Tennessee, a finales del año pasado, no es la primera que presenta. De una anterior se vendieron casi todas las piezas, quedándole a ella sólo sus fotografías. Verónica nos explica que su fuente de inspiración son además objetos cotidianos que encuentra casualmente, pero también memorias de infancia, así como personajes de la cultura popular o una hermosa representación del famoso bandido mejicano, El Zorro. Y hay algo de crítica social en sus casquivanas piezas. En ocasiones, le han pedido retratos de personajes vivos, hechos como marionetas. De técnica mixta: resina epóxica que trae de México, madera y otros materiales, algunos reciclados. Sus figuras son para usarse y moverse por medio de hilos: listas para un teatrino. Aparte, se debe considerar la esmerada factura de cada una y su singularidad -nunca repite un motivo o personaje- . “La magia de la marioneta existe, las mías reflejan belleza y la prueba es que les encantan a los niños”, dice Verónica, a quien terminar esta serie le tomó más de cinco meses de inmersión total. Esta creadora estudió arquitectura en la Universidad de San Carlos y una maestría en restauración de monumentos. Fue alumna de quien es considerado uno de los mejores titiriteros del mundo, el mexicano Alberto Mejía Barón, apodado Alfin.

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Por León Aguilera Radford

FOTOS CORTESÍA: AXEL DETTONI

 

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