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¿Trabajas para vivir o vives para trabajar?

Vivimos en una realidad compleja: el mercado laboral nos impone una dedicación que en algunos casos suele ser desmesurada.  Se valora a las personas casi de forma exclusiva por su estatus profesional y en general, los empresarios califican a los trabajadores por el tiempo que dedican a sus tareas laborales y la calidad para realizarlas.  ¿Cuánto tiempo dedicas a tu trabajo?  ¿Lo cumples con esmero?

Por Brenda Enríquez 

En la actualidad las empresas esperan que sus colaboradores aporten horas extra sin que haya de por medio una remuneración.  Sucede también que algunos reclutadores cuando realizan entrevistas de trabajo, advierten a los candidatos que el horario laboral planteado puede extenderse, pues se espera de ellos un alto rendimiento y eficiencia y eso demanda más horas.

Pero, trabajar en exceso es contraproducente en todos los sentidos.  Está comprobado que hacerlo afecta diversas facetas de la vida.  Perjudica la salud, vida social, relaciones familiares, recursos físicos, psicológicos y desempeño laboral, agrega Marco Penados, director de Manpower Guatemala. 

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Señales del adicto 

Aunque dedicar demasiado tiempo a las tareas laborales puede volverse una adicción, ser dedicado es bien visto ante los jefes y la sociedad, y por lo mismo nadie acepta padecer del problema.  De acuerdo con Penados entre las características visibles de un trabajólico se encuentran: ansiedad, irritabilidad, alto sentido de competitividad pero negativo, llegar excesivamente temprano al lugar de trabajo y marcharse tarde, trabajar fines de semana y días de descanso y, en general, no saber separar la vida personal de la laboral.  

Los adictos al trabajo en la mayoría de los casos son personas brillantes, sobresalen en todo lo que hacen, son colaboradores y al momento de oportunidades de crecimiento ocupan siempre el primer lugar en la lista de candidatos.  Pero en la mayoría de los casos su vida personal es un desastre explica Estuardo del Águila, psicólogo y terapeuta de la Liga de Higiene Mental.  Agrega que estos empleados se refugian en el trabajo para evadir problemas personales, vacíos existenciales o para alejarse de la propia familia. 

Según María del Carmen Cano Lozano en su libro ¿Trabajo para vivir o vivo para trabajar? uno de los síntomas más significativos del adicto al trabajo son sus explosiones de ira ante asuntos insignificantes.  En ese sentido, suele reaccionar de manera desproporcionada con las personas que lo rodean, quienes lo acusan de poca comprensión y falta de paciencia.  En su relación de pareja hace sentir a su pareja sola o abandonada y a pesar de las continuas quejas que recibe, el trabajólico no llega a comprender por qué le demanda tanta atención. 

En teoría, sería el empleado que todo empresario quisiera tener.  Se desvive por su trabajo.  Sin embargo, “su rendimiento tarde o temprano se verá afectado: el nivel de estrés con el que trabaja impide que analice las cosas con tranquilidad, tomar decisiones de forma adecuada y manejar correctamente situaciones difíciles”, puntualiza del Águila.

“El estrés laboral puede causar un aumento del consumo de alcohol, drogas o estimulantes, pudiendo dar origen a otra adicción”.

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A un paso del cambio

El primer paso para salir de la situación es que el adicto reconozca que padece de este problema.  No obstante, la aceptación es difícil.  A la larga, a las compañías les afecta tener este tipo de empleados.  Al respecto, Penados agrega que “las empresas se han dado cuenta que es importante establecer políticas de flexibilidad laboral a través de las cuales los empleados aprendan a conciliar su vida personal y laboral.  Además, si se adoptan políticas que incentiven este tipo de prácticas encontraremos empleados más leales, menores índices de rotación y personal más productivo, entre otros elementos importantes”.

A continuación, te damos algunas sugerencias que ayudan a lograr un cambio si te has vuelto adicta al trabajo:

Si realmente estás comprometida con más trabajo del que puedes sacar adelante, intenta hablarlo con tu superior y exponle lo que piensas de manera asertiva.

Separa lo urgente de lo importante.  Aprende a priorizar las tareas y ¡manos a la obra!

Delega tareas menos importantes y rutinarias que son las que suelen quitarte tiempo.

Intenta que tu jornada laboral no exceda las ocho horas diarias.  Lleva trabajo a casa solo si se trata de una emergencia o de una exigencia puntual de la empresa.  Evita que se vuelva un hábito, para cuidar el tiempo de calidad con tu familia.

Elabora un horario y recuerda que en él debes incluir un tiempo para descansar, momentos para ti, para relacionarte con tus amigos, realizar algún ejercicio físico u otro tipo de aficiones.

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Fuentes: Marco Penagos, director de Manpower Guatemala.   Estuardo del Águila, psicólogo terapeuta de la Liga de Higiene Mental, teléfonos (502) 2232-6269 y (502) 2238-3739.   ¿Trabajo para vivir o vivo para trabajar?  De María del Carmen Cano Lozano y Lourdes Espinosa Fernández, Editorial Concepto.

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