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¿Cuánta supervisión es tolerable cuando se trabaja desde casa?

Apenas arranca la laptop se abre la primera ventana del chat. La jefa desea un buen día y unos minutos después ya pregunta en qué estado se encuentra el proyecto.

Por Mirjam Uhrich (dpa)

Hasta que la pausa del mediodía llegan varios mensajes y llamados, en general con preguntas que parecen ser un pretexto.

A muchos jefes les produce inseguridad que sus empleados estén trabajando desde casa en tiempos de coronavirus. Se preguntan si está ocupado realmente con el proyecto o está colgando la ropa. Pero lo cierto es que, cuanto más intenta el jefe mantener el control, más propaga entre los empleados una sensación de pérdida de control.

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“Si tengo la sensación de que alguien me respira en la nuca, tengo miedo de cometer errores, pasar vergüenza o que me castiguen, quizá incluso a que me estigmaticen”, explica Tim Hagemann, profesor de psicología laboral, organizacional y de salud en la Universidad de Ciencias Aplicadas de la Diaconía en Bielefeld, Alemania. “Entonces esto también es algo que puede representar una carga psíquica”.

Cuando se siente tenso, el cuerpo genera las hormonas del estrés. “El estrés siempre aparece cuando me parece que no puedo dominar una situación”, apunta Hagemann. Esto hace que los empleados sean más susceptibles a contraer enfermedades virales o bacteriológicas. También pueden tener problemas para conciliar el sueño, sufrir problemas gastroenterológicos o cardiovasculares.

No sólo eso: cuando los empleados tienen la sensación de estar siendo controlados, los incentivos de la empresa pueden dejar de serlo. “Un ejemplo es la elección del empleado del mes, algo que debería motivar”, opina Ivo Schedlinsky, de la Universidad de Bayreuth.

Sin embargo, un experimento con 170 estudiantes en colaboración con la Universidad Justus Liebig de Giessen demostró que, quien es observado por una cámara, percibe este tipo de iniciativas más bien como una forma de control.

Los jefes no pueden, naturalmente, instalar una cámara en la casa de sus empleados así como así. Pero, técnicamente, hay numerosas herramientas para controlar el teletrabajo, desde la vigilancia de los movimientos con el mouse hasta la medición de cuántas veces se golpea el teclado hasta sistemas que se bloquean después de cinco minutos de inactividad.

“En caso extremo, el empleador incluso puede controlar al empleado ingresando en su pantalla y observando qué está haciendo”, comenta el especialista en informática Joachim Posegga, de la Universidad de Passau. “Técnicamente sería posible, pero no sería tolerado por ningún comité de empresa”, añade.

Desde el punto de vista jurídico también hay límites para la supervisión del trabajo desde casa. Por lo general, los controles en el hogar solo están permitidos existe sospecha de comportamiento ilegal. 

Peter Wedde, profesor de Derecho laboral y Derecho en las sociedades de información de Fráncfort detalla que, en las primeras semanas de las restricciones por coronavirus hace unos meses, muchos empleadores echaron mano de estos sistemas.

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“Dado que muchos tenían la sospecha de que los empleados pasaban más tiempo arreglando cosas en la casa o en el jardín que ante su mesa de trabajo, ciertas empresas vigilaron más”, indica. Algunas incluso justificaron la vigilancia con dificultades técnicas o el mayor riesgo de ataques por parte de hackers debido al teletrabajo.

Sin embargo, el experto cree que el control no siempre tiene consecuencias negativas. “Cuando se vigila a alguien, también se puede observar su rendimiento”, acota Schedlinsky. Para los que quieren demostrar sus cualidades pensando en un ascenso, este tipo de control puede ser útil. Esto también permite detectar antes problemas y solucionarlos o directamente evitarlos.

Los empleados con menos experiencia son los que más sufren ante la falta de comunicación en persona con los colegas o jefes. “En esos casos, la inseguridad no se deriva necesariamente de los controles, sino del aislamiento y la falta de feedback, que muchas veces también sirve para valorarse”, opina el psicólogo Hagemann.

Por lo tanto, que la jefa se ponga en contacto de forma regular también puede ser útil. Por otra parte, Wedde recuerda que un directivo tiene derecho a preguntar en qué estado se encuentra un proyecto, también si se trabaja desde casa. De la misma manera, así como los empleados hablaban en la oficina sobre sus planes para el fin de semana ante la máquina de café, también pueden hacerlo en un llamado por motivos laborales.

“Lo mismo rige si uno se retira un momento para prepararse un té en la cocina de casa”, opina el experto, añadiendo que, si no hay tazas limpias, el empleado bien se puede ocupar de poner en marcha el lavavajillas, de la misma forma en que lo haría en la oficina.

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