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La indumentaria en casa influye en nuestra eficiencia

La pandemia del coronavirus ha llevado a que mucha gente se vea obligada a reducir su mundo laboral al escritorio de su casa. En esas circunstancias tiene sentido vestirse de forma más informal que si se acude a la oficina.

Por Bernadette Winter (dpa)

Después de todo, nadie lo ve. Y si se presenta hacer una videoconferencia, uno puede ponerse rápidamente una bonita chaqueta y seguir con los pantalones cómodos debajo.

Pero, ¿cómo afecta este tipo de comportamiento a nuestra forma de vernos y a nuestra productividad? ¿Trabajaríamos mejor si estuviésemos con la ropa con la que acudimos a la oficina? Varios estudios dicen que sí.

Por ejemplo, las personas cuya labor exige una alta concentración consideran que es más fácil concentrarse si van con la bata blanca del laboratorio, que se asocia a la indumentaria del médico, según concluyó un equipo de psicólogos de Estados Unidos tras realizar un experimento en 2012.

La ropa es parte del ritual

Cuando se trabaja en casa es poco probable que una persona se vaya a poner la bata de un médico, pero la coach Petra Lienhop señala: “La jornada laboral comienza cuando uno se pone frente al armario”. Agrega que la ropa apropiada aumenta la autoestima y la confianza en uno mismo, y hace a la persona más productiva en el trabajo.

Sin embargo, esa máxima no tiene por qué aplicarse a todo el mundo. Según explica Carolin Pfau, miembro de la Asociación Alemana de Coaches, el efecto también depende de lo que cada persona asocie con la ropa.

“Si estoy acostumbrada a ponerme un traje o una chaqueta para trabajar, entonces he asociado el trabajo con esa ropa todos estos años”, indica. En su opinión, esa rutina podría formar parte de un comportamiento arraigado, lo que daría lugar a una mayor productividad.

Si la persona se viste con sensatez y se sienta a la mesa de trabajo en casa, adquiere una actitud diferente en su interior, se mete en su papel de profesional, explica el psicoterapeuta Andreas Pichler.

“No obstante, bien es cierto que hay gente que puede meterse en ese papel estando en pijama”. Y dice que depende de la capacidad de organizarse, pero también de la madurez personal, de cuánto se puede desviar uno de la pauta habitual.

La ropa hace a las personas

Para la coach Carolin Pfau, sin embargo, el tema solo tiene que ver con cómo se ve a uno mismo de forma tangencial. “Se trata principalmente de lo que pienso, del efecto externo que creo conseguir a través de mi ropa”, señala.

Quien piense que los demás lo van a percibir como más competente y serio por llevar ropa elegante, se sentirá más cómodo vistiendo su correspondiente traje y por lo tanto parecerá más competente.

Asimismo, también el interlocutor tiene cierta imagen de la indumentaria en la cabeza, según apunta el psicoterapeuta Pichler: “Aunque sólo se haga una llamada por teléfono, es más fácil sentarse con camisa y corbata”.

Además, dice, muestra la importancia de la conversación si uno no está simplemente sentado con ropa informal frente a la PC.

La ropa da el empujón necesario

Especialmente en esos días en los que uno anda algo desanimado, debería elegir la ropa con la que mejor se sienta, la que más aliento le infunda. Con suerte verá cómo su ánimo interno cambia, señalan los expertos.

Además, aquellos que saben que su rendimiento en el trabajo puede caer rápidamente, deberían hacer un esfuerzo extra, aconseja Lienhop. Sobre todo, porque la distracción es mayor si se trabaja en casa. Y en ese sentido la ropa que se elige para trabajar puede ayudar a separar los ámbitos.

Vestirse como para ir a la oficina “puede ser una señal para las personas que tiene cerca y también para la familia, que sabrá que en esos momentos no se pueden atender cuestiones privadas”, explica Pichler.

Una de las ventajas de vestirse así es que el cambio de ropa marca el comienzo y el final de la jornada laboral. Y no se limpia el lavavajillas cuando uno va ataviado con un traje.

“Puede resultar beneficioso vestirse y salir a caminar dando una vuelta alrededor de la manzana antes de comenzar a trabajar o al término de la jornada laboral”, aconseja Lienhop.

dpa

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