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Los riesgos del síndrome metabólico

El síndrome metabólico es un modo de denominar una serie de factores que aumentan el riesgo de padecer enfermedades cardíacas, vasculares, diabetes y obesidad. Las causas son muy diversas, desde el estrés, la falta de movimiento, la mala alimentación o cuestiones genéticas.

Por: DPA

“El síndrome metabólico no es una enfermedad en un sentido clásico”, explica la nutricionista Franziska Schiewe, de la Fundación Assmann para prevención. “Más bien describe la existencia de varios factores de riesgo con causas similares que impactan en el metabolismo e se influyen recíprocamente”, dice la especialista.

Este tipo de síndrome afecta a muchas personas. Se estima que hasta tres de cada diez personas lo padecen en países industrializados, y que afecta de igual manera a las generaciones jóvenes.

La obesidad, la presión alta, los niveles demasiado elevados de colesterol o de glucemia en sangre en ayunas y los niveles demasiado bajos de colesterol HDL son los cinco factores de riesgo centrales. Si coexisten tres de estas problemáticas, los especialistas dicen que están ante un síndrome metabólico.

En algunos países este síndrome también es conocido como el “cuarteto de la muerte” porque el colesterol alto puede entenderse como una disfunción del matabolismo y por eso los factores se reducen a cuatro, es decir, a un cuarteto.

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Cada uno de esos ejes es, en sí mismo, un factor de riesgo para el sistema cardiovascular y podría generar alteraciones en la circulación y daños en órganos vitales como el corazón, el cerebro o los riñones. De hecho podrían generar un ACV o un paro cardíaco.

El síndrome metabólico es una combinación de enfermedades y síntomas, con lo cual no existe un medicamento único con el que se pueda tratar. Por lo general, el modo de abordar el problema consiste en tratar cada uno de los factores.

De todos modos, parte importante de la terapia consiste en cambiar el estilo de vida. Por lo general, ese cambio debe estar dado por un nuevo patrón de alimentación y la incorporación de más movimiento. Tener un estilo de vida sano suele traducirse en una mejora de todos los componentes del síndrome metabólico.

Es decir, si una persona logra bajar de peso sumando actividad y teniendo una alimentación más balanceada seguramente logrará mejorar su presión y sus niveles de glucemia.

Las terapias conservadoras que consisten en un cambio de alimentación y actividad física conforman la base de muchos centros que tratan este tipo de trastornos, como el centro especializado en adiposidades de las clínicas de la Cruz Roja Alemana (DRK) de Berlín.

Sin embargo, el Dr. Peer Joensson, coordinador de ese centro, advierte que esas terapias tienen sus límites: cuando se trata de un paciente de mucho sobrepeso, son difíciles de aplicar.

“La obesidad es una enfermedad crónica”, explica el médico. “Los afectados suelen invertir mucha energía en cambiar la dieta y hacer ejercicio y logran perder peso, pero ni bien se apartan un poco de ese camino, recuperan inmediatamente el peso”, detalla.

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El médico sostiene que, en esos casos, reducir el estómago puede ser una gran ayuda para sostener el cambio en el mediano plazo. En el caso de los pacientes jóvenes, este tipo de cirugías puede ayudar a mantener durante veinte, treinta o cuarenta años un peso más bajo y de ese modo evitar perjuicios, según Joensson.

A la hora de definir una terapia, es útil establecer un eje individual para cada paciente. “Si una persona es hipertensa, debería concentrarse en tener un bajo consumo de sal”, indica la nutricionista Schiewe.

Los pacientes con dislipidemia que quieren modificar su ingesta de grasas no deberían obviar el tema de la ingesta de sal, advierte la experta, pero pueden ir incorporando “poco a poco otros hábitos alimenticios”.

La nutricionista considera que no tiene mucho sentido clasificar los alimentos como “buenos” o “malos”. “Cuando nos sentamos a comer, comemos un plato completo, por eso es importante que veamos nuestro hábito alimenticio como un todo”, explica.

Schiewe asegura que comer una pizza mirando una película no es un problema, siempre y cuando la alimentación en la rutina diaria sea mayormente sana.

En cambio, cuando se trata del consumo de alcohol, la especialista no es tan flexible como con los alimentos. Schiewe señala que el alcohol aporta mucha energía y tiene efectos negativos en el metabolismo, por lo que recomienda que las personas que tienen un síndrome metabólico lo eviten.

dpa

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