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¿Cuál es la cantidad de sal buena para la salud?

El tema de la sal no es fácil. El cuerpo la necesita, pero excederse en su consumo, es perjudicial para la salud. “No podemos vivir sin sal, pero consumir demasiado es también peligroso y tomamos demasiada sal”, asegura el médico nutricionista Matthias Riedl. Así que la pregunta clave es: ¿Cuál es la cantidad adecuada?

Por: DPA

La sal es esencial para la vida. “Mantiene la presión de la sangre los vasos sanguíneos y es esencial para muchos procesos metabólicos”, explica Riedl.

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La Sociedad Alemana de Nutrición (DGE) recomienda la sal de mesa enriquecida con yodo y flúor. “El yodo es un componente de las hormonas tiroideas y por lo tanto es indispensable para el funcionamiento de la glándula tiroides”, explica Astrid Donalies de la DGE. El flúor, a su vez, puede promover la mineralización de los huesos y los dientes.

El problema es la comida procesada

Es cierto que no se debe demonizar la sal, pero muchos alimentos precocinados contienen demasiada. “Ya sea en la lasaña, la comida vegetariana o vegana, casi todos los alimentos preparados de forma industrial contienen demasiada sal y demasiado azúcar. Para la industria es una forma barata de producir alimentos con más sabor”, critica Riedl. Y estos productos se consumen sin parar.

El cuerpo reacciona a la sal de la misma manera que al azúcar, explica el médico. “La sensibilidad se va perdiendo. Si siempre se ingiere comida salada, los alimentos bajos en sal pronto parecen insípidos”. La consecuencia de ello es que siempre se necesita más sal.

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No importa el tipo de sal que sea, demasiada no es buena, insiste Donalies, que se dedica a la ecoantropología. “Ya sea la sal gourmet cara, la sal del Himalaya o la sal de mesa normal: en todos estos tipos de sal el principal ingrediente es el cloruro de sodio”, explica.

“Si se consume demasiada sal, aumenta la presión sanguínea y el riesgo de desarrollar hipertensión”, agrega. Y advierte que el consumo excesivo de sal también puede causar osteoporosis, pérdida de masa ósea.

¿Cuánta sal está bien?

El DGE aconseja un máximo de seis gramos de sal al día. “Esto también incluye las cantidades suministradas por los alimentos procesados como el pan, el queso, la salchicha, la carne y el pescado”, dice Donalies. Los alimentos bajos en sal incluyen el queso fresco, el kéfir y el yogur.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) incluso especifica sólo cinco gramos al día. Pero no todo el mundo tiene ir con una calculadora sumando cada gramo que ingiere. Riedl aclara que estas cifras son una guía y un punto de referencia importante.

Si un día se toma demasiada sal, se puede compensar tomando menos en los otros días. Sin embargo, esto no se aplica a las personas con hipertensión, que deben observar estrictamente la cantidad máxima diaria.

Los que cocinan sus propios alimentos pueden controlar bien la cantidad de sal. Donalies, experta en nutrición, aconseja: “Añadir sal a las comidas sólo debe hacerse después de condimentar con hierbas y especias y se debe añadir muy poca cantidad”.

Otro consejo que da es no verter la sal nunca directamente del paquete en la comida, sino que conviene tomar un pellizco de sal con los dedos espolvorearla sobre los alimentos. De esa manera se puede controlar mejor la cantidad que se toma.

Estudiar las tablas de valores nutricionales y reducir las dosis

Cuando se compran alimentos precocinados, se debe leer con atención la tabla de valores nutricionales en la parte de atrás del paquete. Allí se encontrará el contenido de sal. “De esta manera se pueden comparar productos y decidir cuál tiene el menor contenido de sal”, señala Donalies.

¿Pero qué pasa si la sopa parece carecer de la proverbial sal? Donalies aconseja entonces ir reduciendo lentamente la dosis, también con la vista puesta en los comedores y restaurantes. “Si se reduce gradualmente la cantidad de sal, la mayoría de la gente ni siquiera lo nota”, indica la experta.

Las papilas gustativas pueden acostumbrarse rápidamente a menos sal. Y eso tiene un efecto positivo al final: “Los platos a los que se les ha dado poca o ninguna sal se perciben tan o incluso más sabrosos, que los que han sido salados con contundencia”, insiste Donalies.

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En lugar de sal, se pueden emplear hierbas secas y hierbas frescas para condimentar el sabor. “Son completamente saludables y ya no son tan caras”, señala el médico nutricionista Riedl.

Miedo a la escasez

El temor a una deficiencia de sal suele ser infundado. “Toda la comida natural contiene sal”, asegura Riedl. Si se sigue una dieta normal, se toma suficiente sal. “Sólo aquellos que vomitan o sudan mucho corren riesgo. Pero esto es extremadamente raro”, añade.

dpa
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