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En mi última relación, confundí amor con abuso

Esto fue lo que viví al lado de un hombre que me hizo confundir el amor con el abuso. Soy Karla y acá te relato mi historia para que no caigas en la misma trampa.

“Cuando no conocimos, la atracción fue más que evidente. Sus atenciones y detalles me llevaron a enamorarme con locura y ciegamente de él. Luego de unas cuantas citas empezamos a salir formalmente. Cuando ya eramos novios, su comportamiento empezó a cambiar.

Sin tener que acudir a la agresividad o la violencia, inició a tomar el control de cada cita. Limitaba mis opiniones y siempre terminábamos haciendo lo que él quería, aunque a mí no me gustara, pero yo enamorada lo veía bien.

Solíamos vernos casi todos los días,  y siempre era muy cariñoso, pero poco a poco se fue volviendo extremadamente crítico, cuestionaba mis ideas, creencias, sentimientos, amigos e inclusive, hasta mi cuerpo y la forma de vestir.  Al principio lo tomaba como una crítica constructiva, pero conforme pasaba el tiempo me iba dando cuenta de que esto no era normal.

Cuando decidíamos salir, llegaba una o dos horas antes para saber cómo vestiría.  Yo me probaba varios outfits con los que me sentía bella y segura, pero él los criticaba todos, era tal el agobio que terminaba vistiendo lo más sencilla posible para pasar inadvertida y no provocarle disgustos.

Si yo decidía salir con mis amigas, me llamaba para confirmar que ya estuviera en lugar, luego en el transcurso de la reunión me enviaba mensajes de texto o de voz indicándome que se sentía enfermo, que en cuánto tiempo regresaría de mi cita para así acompañarle.  Al volver me castigaba con absoluto silencio e indiferencia.

Era muy impredecible y explosivo, lo cual me mantenía siempre alerta porque no estaba segura de qué haría después.

Todos me notaban triste, retraída y desanimada.  No era la misma de siempre.  Yo no quería aceptar que era víctima de un novio abusador emocional.  Todo el mundo me decía que las parejas abusivas son las que te controlan y no te dejan tomar decisiones por ti misma. Pueden limitarte con ataques verbales y ridiculización, hasta juegos mentales e ironías para confundir y poner en duda tu cordura.

El colmo fue cuando intentó alejarme de mi familia, de mis amigas y hasta de mi trabajo. Fue entonces cuando me armé de valor y decidí terminar la relación. Según los psicólogos, ese comportamiento opresor era una de las primeras señales de un perfil agresor e incluso femicida. Gracias a Dios me alejé a tiempo de este calvario. Hoy me siento muy bien, emocionalmente fuerte y lista para dedicarme tiempo a mi”, finaliza Karla.

 

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