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Así me contagiaron el Virus del Papiloma Humano -Vph-

Silvana* se casó a los 19 años y a los 33 le detectaron cáncer de cérvix como consecuencia de haber desarrollado el Virus del Papiloma Humano -Vph- que se adquiere durante las relaciones sexuales con una persona infectada. Nos cuenta esa pesadilla que vivió y cómo lo superó.

Este tipo de cáncer está relacionado en un 100% con el Virus del Papiloma Humano, especialmente con el tipo 16 y 18, y aunque todas las mujeres que han comenzado su vida sexual tienden a presentar este virus, solo el 3% llega a desarrollar cáncer, al que se suman otros factores como: uso de anticonceptivos hormonales orales, fumar, tener muchos hijos, presentar deficiencia nutricional, tener relaciones sexuales con múltiples parejas o que el cónyuge tenga esa conducta. Este fue precisamente el factor que desencadenó la historia de cáncer en Silvana*.

“No sabía que este tipo de cáncer estaba relacionado directamente con este virus, por ello estaba asustada, sorprendida y enojada de escuchar el diagnóstico y explicación del médico, pues solo había tenido intimidad con mi pareja.  Además, creí que el cáncer solo lo podían desarrollar las personas mayores, pues mis padres fallecieron con esa enfermedad: mi mamá tuvo cáncer en el riñón y mi papá en el estómago. Por ello también consideré que el cáncer de cérvix que me diagnosticaron a los 33 años era por herencia.

Me falló mi pareja, descubrí la infidelidad en mi matrimonio, pues él me infectó con el virus. También yo fallé porque descuidé mi salud y si tan solo me hubiera hecho la prueba que como mujeres debemos realizarnos cada año, hubiera detectado tempranamente el problema. Tuve sangrados abundantes, ese fue el signo que me hizo consultar al especialista y ahí comenzó mi calvario: estaba atravesando por la etapa II del cáncer. Pasé por todo el proceso que implica la enfermedad, operación, quimioterapia, radioterapia.

Estaba muy asustada porque pensaba en mis hijos, en especial en la más pequeña que tenía apenas 5 años. Eso me hizo tomar fuerzas para soportar todo, incluso dolor y vergüenza. En todo ese proceso me volví apática, rencorosa y me distancié de mi pareja por un tiempo, pues siempre me hizo señalamientos que era mi culpa al no haber atendido mi salud, pero esa no era la raíz del problema.  Me lastimó con sus palabras al decirme que estaba muy gorda, que me arreglara, en fin, tantas expresiones que deseaba fueran más bien alentadoras porque me deprimí al grado de quererme quitar la vida y vengarme. Las terapias psicológicas me ayudaron, pero más que nada fue el encuentro que tuve con Dios.

Ahora, como sobreviviente, apoyo a una comunidad católica y a un grupo de mujeres de escasos recursos, dono mi tiempo y mis conocimientos como profesional en bisutería artesanal.
Sigo viviendo con mi pareja y mis hijos, pero ya no tengo intimidad. He aprendido a perdonar, a soltar y a valorar mi vocación de servicio a la humanidad. Esto también me ha ayudado a reencontrarme y valorarme como persona”.

Silvana*


*Nombre ficticio utilizado con propósitos periodísticos.

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