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Así vivo con un pulmón luego de haber sido diagnosticada con cáncer

“Actualmente vivo con un solo pulmón, pero eso no es una limitante para mí, porque tengo muchos sueños por alcanzar y deseos de vivir”, dice Mónica de León, quien te comparte cómo sobrevivió al cáncer de pulmón.

Recuerdo que hace ocho años estaba por graduarme de ingeniería industrial, trabajaba, asistía al gimnasio y cuidaba muy bien mi salud. Aunque no fumaba, sí compartía un ambiente donde muchos estudiantes lo hacían, pues aún no estaba vigente la Ley que prohibía que se fumara en lugares públicos.

Esto es muy significativo para mí, porque sé que esa situación influyó,  en gran medida, a que se desarrollara en mí un cáncer de pulmón, a los 25 años.

Empezó con una tos, luego tuve síntomas de una fuerte gripe, pero la tos no se me quitó y la tuve casi por ocho meses. Consulté a varios neumólogos, algunos me dijeron que era asma y otros que era rinitis. Luego llegué a la clínica de un gastroenterólogo pensando que era reflujo, mientras la enfermedad avanzaba.

Todo este proceso me estaba truncando mis planes de estudio, pues estaba programando una maestría fuera del país. Finalmente visité a otro neumólogo, quien fue el que me dijo que esa tos no era de una persona asmática, que había algo más. En este punto dio inicio nuevamente el proceso de exámenes severos, hasta que me encontraron el tumor; este me había tapado un bronquio y por ello la tos era el mecanismo como mi cuerpo trataba de decirme que algo estaba mal. El diagnóstico fue un carcinoma adenoideo quístico en un bronquio.

Este tipo de tumor generalmente sale en los ganglios, pero los médicos desconocen por qué se desarrolló directamente en mi bronquio. La verdad, mi mente se bloqueó al recibir este diagnóstico. No conocía a ningún oncólogo y resulta que tuve cita con tres en una misma semana.

A raíz de más estudios, me quitaron un pulmón, esta operación fue muy dura; tuve varias sesiones de radioterapia, los dolores de cabeza eran severos, no tenía apetito y el área afectada se me veía muy quemada por el tratamiento.

A pesar de todo, nunca me pasó por la mente la idea de morir, creo que inconscientemente no era una opción, por lo que solo afronte la situación y seguí al pie de la letra lo que los doctores me decían. También recuerdo que nunca lloré ni me recriminé por lo que me estaba sucediendo, simplemente acepté la voluntad de Dios.

Aunque sí tuve mucho miedo, sentía una fuerza interna que me animaba a no dejarme vencer, tenía claro que yo era más fuerte que el cáncer.

Fue una etapa sorprendente de mi vida, hasta el día de hoy mi familia y amigos aún no se la creen. Nadie sabe cómo reaccionar ante una noticia como esta, a veces era yo quien les daba ánimos y les decía que todo estaría bien; pero gracias a Dios ahora el cáncer ya no es sinónimo de muerte, todo lo contrario, es sinónimo de vida, de amor a la vida.

Ahora, a los 33, estoy muy bien, mi cuerpo se ha adaptado a la perfección a vivir con un solo pulmón. Es maravilloso, respiro hasta mejor que muchas personas que tienen los dos. Llevo una vida como cualquier persona, quien no me conoce ni se imagina por lo que pasé. Además, logré sacar mi maestría en administración de negocios y mi sueño más grande es seguir viviendo.

Estas son mis lecciones aprendidas

Dios se sigue manifestando en mi vida, mi familia es el motor que me da la fuerza para afrontar cualquier adversidad y los verdaderos amigos son los que aparecen en estas duras circunstancias.

“Ahora es ley para mí no estar cerca de personas que fumen, tampoco puedo estar en lugares altos donde se requieran los dos pulmones para respirar bien, pues es poco el oxígeno que hay, como Xela; y no puedo hacer ejercicios extremos como levantar pesas”.

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