blog

Vive tu intimidad sin traumas

Posiblemente seas una de las mujeres que vio interrumpida la inocencia de su infancia por un abusador sexual. Sabes que el recuerdo permanecerá en tu mente mientras tengas memoria, pero lo importante es que esta experiencia no eche raíces de amargura en tu corazón ni empañe tu intimidad de pareja. Si lo has logrado, no hay nada que decir. Pero si esta experiencia aún te afecta, es hora de que luches por tu felicidad sexual.

Yi111427510024

Ansiedad, aislamiento, evitar el contacto con personas del sexo opuesto, depresión, pérdida de autoestima, sentimientos de culpa, alteraciones sexuales, incluso dolores de cabeza son algunas de las manifestaciones que suelen presentar las mujeres víctimas de algún tipo de abuso sexual. En mujeres adultas, especialmente, se marca una confusión en la forma de recibir cariño, no aceptando las caricias como tales sino como relaciones sexuales a la fuerza, agrega Yosahandi Alcalá.

Las malas experiencias no se limitan a violaciones sexuales, entre la amplia gama se encuentran los comentarios soeces, el acoso, los tocamientos, el exhibicionismo y la exposición a la pornografía, entre otros. Entre las niñas y niños, casi en un mismo porcentaje, es más común el manoseo, indica Ricardo Marroquín, médico y capacitador en educación sexual.

De acuerdo con Alcalá, en adolescentes es más común el acoso y el tocamiento por parte de sus parejas, lo que lleva a las relaciones sexuales involuntarias. Como consecuencia se produce el sentimiento de culpa y una baja autoestima, porque la joven no se siente valorada por quien es sino por su cuerpo.

Algo similar ocurre con mujeres casadas o unidas. Algunas se ven forzadas a tener relaciones sexuales vaginales o anales, así como a la exposición de pornografía para que la pareja se sienta estimulada, lo que hace que la mujer se sienta usada y esto afecta su autoestima, comenta la experta.

La razón por la cual estos casos son considerados como faltas sexuales es porque se produce una ‘irrupción en el tiempo y se trata de un evento que atenta contra el bienestar, la integridad física, mental y social de la mujer, pudiendo causar daños de múltiples formas en el momento y con consecuencias para el futuro de la persona agredida’, es decir un trauma sexual, explica el psicólogo y sexólogo Mauricio Aquino.

Aunque las mujeres víctimas de abusos sexuales no tienen un perfil definido, los autores de la Guía de la sexualidad coinciden en que una característica predominante en estas mujeres es la falta de determinación.

Yi111427595941

No soy la única

El primer paso para superar un trauma por cualquier tipo de abuso sexual es lo que en psicología se conoce como la etapa de catarsis y apoyo emocional. Debe motivarse a la víctima para que ‘cuente lo ocurrido y exprese todo lo que ha pensado y sentido en relación con el suceso’, se cita en la Guía de la sexualidad. Para Marroquín esto es ‘salir del secreto’. ‘Mientras uno lo tiene adentro, siempre produce daño, pero con solo sacarlo el alma descansa, es el inicio de la sanidad’, explica.

La otra clave para superar estas malas experiencias es derribar el sentimiento de culpa. De acuerdo con Marroquín, está médicamente comprobado que la exposición a imágenes pornográficas, así como el abuso sexual, siempre produce en la víctima, infante o adulta una excitación involuntaria. Cuando la niña o adulta es tocada (considerando que el clítoris tiene cinco mil terminaciones nerviosas y está diseñado solo para el placer) se siente culpable de cierto disfrute.

Por otra parte, ‘la culpa es algo que afecta a las mujeres cuando hay violación ya sea porque llevaban un escote o transitaban por un lugar oscuro’, comenta Alcalá. También las mujeres casadas se sienten culpables por dejar que sus esposos disfruten de una relación sexual o de un coito anal a la fuerza, ‘se preguntan por qué dejaron que su pareja disfrutara con ella de esa manera’, agrega.

Una vez superada la culpa debe hacerse énfasis en los aspectos positivos existentes, por ejemplo permanecer viva cuando se pudo haber muerto víctima de una agresión. A esta etapa se le reconoce como revaluación cognitiva.

En algunos casos, en especial cuando el abuso se sufrió en la infancia, es necesario someterse a técnicas de exposición. Algunas de ellas son exponer a la víctima a estímulos que evocan respuestas de ansiedad como hablar del caso con una amiga íntima o ver escenas de violencia en el cine . Lo que se pretende es habituarse a la situación y reducir el impacto emocional.

En caso de existir disfunciones sexuales se sugiere a la víctima una exposición gradual y guiada. Por eso es importante la participación de la pareja en este tipo de tratamientos.

Posteriormente los psicólogos recomiendan pasar a la etapa de entrenamiento de habilidades de afrontamiento. En otras palabras, adquirir las habilidades para afrontar situaciones específicas, por ejemplo la asertividad para comunicar confidencias de lo ocurrido y para manejarse en caso de poner una denuncia. De hecho, la recuperación se facilita mientras más pronto la víctima sea capaz de comentar lo ocurrido con personas de confianza, aseguran los autores de la Guía de la sexualidad.

No es tan fácil como se dice

Lo anterior fue la descripción de las etapas reconocidas en psicología para tratar a una persona con un trauma sexual. Sin embargo, en la práctica las cosas no resultan tan sencillas. Una de las principales dificultades en muchos casos es la actitud de los padres. Algunos no creen en lo que sus hijas o hijos dicen, tienen una actitud muy pasiva o, todo lo contrario, actúan con descontrol.

Mauricio Aquino, psiquiatra y sexólogo, explica que ‘si los padres son maduros y tienen una respuesta inteligente y resolutiva, el niño o niña imitará esta conducta y resolverá de manera positiva el hecho’. Si los progenitores o encargados tienen una actitud desastrosa y catastrófica, dejarán mayores secuelas en la vida de sus hijos.

En el caso de mujeres adultas, otro aspecto importante es la personalidad. Así como hay mujeres que pueden superar el trauma en pocos meses, a otras les toma años aceptar su situación. Sin embargo, nunca es tarde para tratar este tipo de situaciones. Una mujer de 40 ó 50 años que vivió una mala experiencia sexual durante su niñez, aún puede eliminar el trauma quitándose la culpa, haciendo una revisión, por ejemplo, de cómo fue la situación, cómo se sentía y qué lo permitió, comenta Alcalá.

Se ha comprobado que mientras más joven se es cuando se sufre el abuso, más dificultad hay para superar el trauma, pues ‘la madurez, la experiencia y los conocimientos de una persona condicionan la forma en que se interpretan los hechos de la vida’, explica Aquino.

Pero lo más importante para superar éste y cualquier otro tipo de trauma es contar con una red de apoyo integrada por familiares, amigos y profesionales en salud física y conducta humana. Estos últimos integrantes son de gran apoyo, en especial si ha habido consecuencias como fracturas, enfermedades venéreas o embarazos no deseados.

La meta es ayudar a la víctima a continuar con su vida, proyectándose hacia el futuro y no siendo esclava del pasado para evitar caer en un cuadro de estrés postraumático. Se debe hacer énfasis en los aspectos positivos existentes, y en los recursos psicológicos sociales disponibles.
Yi111427510212
Para Alcalá lo más importante es que la mujer reconozca su valor en sí y que su autoestima no sea definida por lo que ha sucedido con su cuerpo, menos aún por una parte de éste, de la misma manera que a un hombre no se le valora por el tamaño de su miembro.

Perfil del victimario

La razón de que existan más agresores hombres que mujeres suele resumirse en que tienen un mayor impulso sexual, por lo que buscan variedad de estímulos; un mayor componente agresivo que explica la adopción de conductas violentas ligadas al sexo y una mayor indefinición de identidad sexual, lo que les motiva a explorar estímulos sexuales diferentes. Por supuesto que esto no justifica la acción de los victimarios, pues en muchos casos sus conductas eróticas son una forma de manifestar dominio y humillación hacia su víctima.

De acuerdo con los autores de la Guía de la sexualidad estas personas también suelen sufrir alteraciones de la personalidad, inmadurez emocional o trastornos de la conducta como alcoholismo o abuso de drogas. En la mayoría de casos, los agresores suelen ser personas allegadas a la víctima, parientes cercanos o amigos de confianza, lo que dificulta la sanción social.

Cuando el corazón no ha sanado

El estrés postraumático, o repercusiones psicológicas negativas, afectan a la mitad o más de las personas víctimas de algún tipo de agresión sexual. Algunos de sus síntomas son: revivir intensamente la agresión, incluso con la lectura de una noticia o visiones; evitar o escapar de los estímulos asociados al hecho traumático, por ejemplo estar sola o evitar relacionarse con hombres desconocidos, y responder a alertas exageradas, lo que se manifiesta en dificultades de concentración, para conciliar el sueño e irritabilidad.

Un asunto de pareja

Cuando una mujer llega a la relación de pareja y no ha superado un trauma sexual, lo común es que presente aversión a los encuentros íntimos. A largo plazo, si el cónyuge ignora la situación y no se hace un esfuerzo por superar el problema, se da lugar al adulterio, explica Ricardo Marroquín, médico y capacitador en educación sexual.

Pero cuando ambos miembros de la pareja están interesados en superar la situación, el hombre sabe que hay ciertas cosas que no puede pedir a su amada, hay otras maneras de estimularla y eso puede tomar tiempo. Lo mejor en estos casos es que ambos acudan a las terapias, agrega la sexóloga Yosahandi Alcalá.

El compañero de la víctima no debe ponerse en primer plano, sino tomar una actitud madura, solidaria y resolutiva, sin dar lugar a pensar en la provocación al abusador por parte de su pareja. Se debe reconocer que la golpeada, traumatizada y agredida es la mujer, por lo que necesita más y mejor atención, agrega el sexólogo Mauricio Aquino. Esta es una situación que pone a prueba la solidez de la relación.

Y en caso que se desee contar a la pareja detalles de lo sucedido, Alcalá recomienda considerar la personalidad del cónyuge. Si es agresivo, es mejor tocar el tema sólo cuando se está en terapia.

Por Alejandra Cardona

Fuentes: Yosahandi Alcalá, sexóloga. Mauricio Aquino, psiquiatra y sexólogo. Ricardo Marroquín, médico y capacitador en educación sexual. Libro: Guía de la sexualidad, editorial Espasa.

s