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Richard Gere, el eterno galán

Con dos guardaespaldas a la distancia, Richard Gere camina solo por las calles de Toronto, tratando de vivir como cualquier otra persona.

Con dos guardaespaldas a la distancia, Richard Gere camina solo por las calles de Toronto, tratando de vivir como cualquier otra persona. 

“El mundo en sí es una buena historia.  Nosotros somos una buena historia.  Yo solo existo por lo que el mundo piensa sobre mí”.

Por Fabián W. Waintal © 

Copyright 2014

Adaptado por Karla Rímola

Son muchos los admiradores que tiene y para lograr un acercamiento  Richard Gere decidió sentarse en el escenario del estudio canadiense Glenn Gould y compartir con el público los mejores momentos de su vida.

Ya con 65 años ¿los sientes aunque no se te noten?

Desde que cumplí 60 años la gente parecía pensar que no iba a durar demasiado, pero todavía sigo bastante vivo y trabajando.  Hoy puedo ver mi vida y decir que hice más de 50 películas desde los 26 hasta los 65 años.  Es un viaje larguísimo.  Es como estar en el lecho de muerte, sin quererme ir (Risas).

¿Es cierto que hace poco dijiste que hoy te sientes más joven que antes?

Los personajes que interpreté al principio de mi carrera eran fascinantes.  Pero ahora soy más maduro y aunque no soy tan bien parecido como antes, no me importa realmente porque ahora me siento mucho más joven.

¿En qué momento de tu vida te diste cuenta de tu deseo de ser actor?

En segundo grado, cuando mi madre me hizo un traje para interpretar a Santa Claus.  Desde temprana edad la actuación para mí fue una forma de salir y expresarme a través de un personaje.  En la escuela secundaria empecé a hacer teatro y para ser honesto, pude experimentar con la actuación todo lo que me interesaba conocer.  Incluso hoy continúa alimentando mi vida.

¿Consideras que el teatro profesional fue el mejor entrenamiento para la fama de Hollywood?

En mi caso empecé en el arte dramático profesional cuando estaba aún en la universidad y me ofrecieron trabajo en un teatro de Cape Code.  Ensayamos durante dos semanas, para una obra que duró otras dos.  Te confieso que la preparación fue un gran desafío para mí.  Actuaba frente a 70 personas todas las noches.  Eventualmente llegué a Broadway y luego a Londres.  Después salté al cine, y siempre sentí que ese entrenamiento sobre las tablas me había ayudado con mi carrera en el cine.  Pero al mismo tiempo sentí que era un actor de teatro con una corta carrera en Hollywood, hasta que empezaron a reconocerme en la calle y el cine terminó dominando mi vida.

¿Cuál de tus papeles resultó más difícil: American Gigolo o Pretty Woman?

Los dos fueron difíciles, por diferentes razones.  Para American Gigolo, tuve muy poco tiempo de preparación física y eso me puso nervioso.  En cuanto a mi papel en Pretty Woman, resultó un poco más difícil porque no tenía un personaje definido.  Cuando leí el guion, yo mismo le dije al director que no necesitaba un actor, sino solo un traje.  Por eso al principio rechacé la película, hasta que se involucró un viejo amigo y Disney.  Estaba en Nueva York y querían que conociera a Julia Roberts, cuando la vi a los 10 minutos acepté la película (Sonríe).

¿Alguna vez te molestó que las admiradoras se fijaran más en tu físico que en la calidad de tu actuación?

Para ser honesto, nunca le presté demasiada atención.  Hoy veo mis viejas películas y era bastante lindo en aquella época (Risas).  Pero los personajes siempre los afronté como actor.  Debe ser una de las razones por las cuales sigo trabajando, pues siempre enfrento cada proyecto desde el lado del personaje.

¿Puedes explicarme de dónde proviene el amor por el activismo político alrededor del Dalai Lama, consideras que mejoró la situación del Tíbet, desde que empezaste a involucrarte con esa causa en 1977?

Es mucho peor, mucho peor.  El Tíbet se encuentra muy mal.  El Dalai Lama escapó en 1959, luego el partido comunista de China volvió a trazar el mapa del Tíbet y se quedó con la mitad.  La situación es brutal.

¿Dirías que el budismo tibetano transformó tu vida?

No tengo dudas que mejoró mi vida.  Siempre desconfié de eso que decían sobre la fuerza de la vida, el mundo y lo que somos.  Desconfiaba.  Siempre me sentí más cómodo acostado sobre mi espalda mirando las estrellas.  Y en ese sentido, el budismo me brindó una forma de articularlo a un nivel mucho más profundo.

Con el estreno de Time Out Of Mind ¿es cierto que esperaste 20 años para hacerla?

El guion original lo leí en los años 80.  Estaba intrigado, pero no estaba listo para hacer ese filme.  La relación del personaje con su hija era honesta, pero sentí que necesitaba ser mucho más poderosa.  Esta cinta tiene un sentido único del tiempo, no trata acerca del pasado ni del mañana, sino del hoy, fue la fuerza de ese factor la que más me conmovió durante el rodaje.

Al respecto de la trama ¿qué les dirías a los críticos que afirman que Time Out Of Mind, le agrega demasiado romanticismo a los mendigos en Nueva York?

Debo decirte que los hombres de la calle son personas de verdad.  No hay nada de romanticismo en eso.  Considero que opinamos sobre la gente demasiado pronto, pues tan solo con verla ya formamos una opinión.  Y en cierto sentido, todos somos vagabundos, todos estamos separados de nuestra realidad y eso es lo que se aprende luego de ver esta cinta.  No se trata solo de exponer ni de romantizar su estilo de vida.  Basta solo con pensar que algo impactante tiene que pasar, para que alguien decida vivir en las calles.  En la vía pública hay temas emocionales muy serios.

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