blog

Nuevos horizontes

La vida de este grupo de 40 niños ha cambiado en el “Pequeño Refugio”. Se levantan temprano, estudian, comparten juegos y disfrutan el día con su mascota Colocha.

La vida de este grupo de 40 niños ha cambiado en el “Pequeño Refugio”. Se levantan temprano, estudian, comparten juegos y disfrutan el día con su mascota Colocha. Nadie imaginaría la historia de vida que llevan y la fuerza interior que les permite superarse, trabajar el perdón y tener una vida diferente.

Por Ingrid Reyes

En Quetzaltenango, unos kilómetros después de Cantel, hay una pared decorada con motivos infantiles y la puerta a un verdadero refugio para niños: una casa grande rodeada de montañas y árboles.

En la casa hogar “Pequeño Refugio” viven niños y adolescentes, entre los cuatro y 16 años. Cuenta con habitaciones, espacios para recibir clases, un comedor, salas de juegos, salón para trabajar manualidades, un área para el cuidado de animales de granja y campos de fútbol y basquetbol.

Este hogar no recibe ningún apoyo del gobierno y se sustenta por la ayuda de la comunidad, donaciones, el aporte del tiempo de voluntarios en el área de salud, psicología y otras disciplinas, así como de la venta de manualidades realizadas por los niños. “Existen momentos de crisis, pero siempre hay personas que nos dan su mano y salimos adelante”, dice la médica Lourdes Murguía, una de las fundadoras del Refugio.

El padre de Lourdes (mamá Lulú, como la llaman los niños), es quien comenzó con esta idea. A sus 75 años visitó a una de sus hijas residente en Guatemala. Su nombre era Ciro Murguía y era originario de México, en esa ocasión conoció de cerca la vida de hombres y mujeres que presentaban problemas de drogadicción y alcoholismo, maltrataban a sus hijos y tenían una vida conflictiva.

Esta situación lo hizo reflexionar sobre cómo ayudar a la comunidad. Estaba determinado a prestarle ayuda a los adultos para que ellos con un cambio de vida ofrecieran una mejor oportunidad de vida a sus niños. Decidió vender sus propiedades en su tierra natal, preparar sus maletas e invitar a su esposa y sus otras dos hijas a invertir en un taller de recuperación para adultos en Guatemala.

El proyecto no funcionó. Desde el 2000 hasta el 2004 solo dos personas lograron reintegrarse a la sociedad sin recaídas y estar en un trabajo digno, el resto de personas reincidía. Murguía decidió cambiar de planes y se dedicó desde entonces al cuidado de los niños que habían sufrido violencia o abusos sexuales. “Mi padre era un hombre espiritual y creía en ayudar a las nuevas generaciones”, agrega la médica.

Ciro Murguía murió de un paro cardíaco en diciembre de 2012. El Refugio siguió adelante con el gran objetivo de servir a los niños, orientarlos y ayudarles a sanar las heridas emocionales.

Una de las grandes metas del programa es trabajar el perdón y la recuperación psicológica de los niños. “Queremos evitar que crezcan con resentimiento y repitan estos ciclos de violencia o caigan en otros problemas”, dice Murguía.

Las terapias que reciben son personales y grupales. También cuentan con atención espiritual y, de ser necesario, ayuda psiquiátrica.

HOGAR3

En Occidente

El tema de las violaciones y abusos en menores es una problemática que cada vez es más visible en este sector del país. “Aquí pocas veces se habla del tema de violencia sexual. En los casos identificados se ha observado que la mayoría de veces los agresores son los padres, abuelos y tíos de los infantes”, recalca la facilitadora técnica del Observatorio de Salud Reproductiva del área, Telma Suchi.

La experta comenta que una de las maneras como se ha evidenciado esta situación son los embarazos en niñas y adolescentes, y entre los lugares del área con mayores estadísticas están San Juan Ostuncalco, la cabecera de Quiché y Coatepeque. “Aunque empieza una cultura de denuncia y existe una ruta para realizarla en las instituciones, todavía les hace falta integrar una mejor forma de trabajar el área emocional y psicológica de los sobrevivientes”, concluye Suchi.

HOGAR4

Para apoyar

Si deseas dar ayuda a la noble causa comunícate a los teléfonos 4024-7365 y 4878-5145. También puedes hacer donaciones en la cuenta de Banrural al Centro de Rehabilitación, Capacitación e Integración Familiar, Casa Hogar Mi pequeño refugio No. 320100388-4.

“El trabajo de las mujeres encargadas de esta institución es un ejemplo porque entregan su tiempo y energías para amar, atender, aconsejar y alimentar a esas pequeñas criaturas”,  Conrado García, psicólogo voluntario.

 

s