blog

Profesiones con sello de mujer

Por Raquel Müller, Claudia Vásquez y Jeovany Ibañez
 
 

Cada vez son más las mujeres que optan por ejercer puestos de trabajo que para muchos no son tradicionales, como la mecánica automotriz, herrería, bomberas, policías de tránsito o ingenieras mecánicas.  Otras tienen a su cargo puestos de mando y se han convertido en líderes y emprendedoras.  En esta edición conocerás la historia de nuestras protagonistas, escogidas entre otras muchas, para celebrar este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.

Se dicen apasionadas, luchadoras y muy satisfechas con el trabajo que desempeñan.  Son mujeres que han decidido, por necesidad o por pasión, dejar a un lado los tacones y los atuendos femeninos, para incursionar en campos laborales que históricamente habían sido reservados para el sexo masculino.

Se trata de una tendencia que está pisando fuerte en el mercado laboral.  Cada vez, más mujeres optan por ejercer puestos de trabajo que para muchos no son tradicionales como la mecánica automotriz, herrería, conductoras de taxi, bomberas, ingenieras mecánicas y aquellas que tienen a su cargo puestos de mando, entre otras.  Este es el rostro de nuevas generaciones que han salido en búsqueda de otras oportunidades, las cuales incluyen profesiones en las que antes no tenían cabida, y desean darle un giro distinto a la historia.

María Machicado, representante de ONU Mujeres en Guatemala, señala que la razón por la cual más mujeres han tenido que adaptarse a una lógica anteriormente masculina, obedece a una estrategia de sobrevivencia.  “Es importante destacar las personalidades de muchas que se encuentran en todos los ámbitos y no solo se han vuelto expertas en su profesión, sino también tienen claridad sobre los desafíos que enfrentan convirtiéndose en líderes para el resto”, expresa.

Con lo anterior concuerda Walda Barrios, del Programa de Género de Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), quien opina que las estadísticas demuestran cómo estas mujeres han logrado marcar cambios radicales y vencer los obstáculos planteados por una sociedad de estereotipos, en la que anteriormente la mujer era considerada solo para desempeñar su rol de madre y encargada del hogar.

2

Añade que después de haber incursionado en diferentes áreas en donde antes no tenían cabida y demostrar sus capacidades y talentos, las féminas enfrentan desafíos más grandes, como crear liderazgos y convertirse en autoras de cambio en la sociedad.  Para ello, considera que la educación de las niñas es fundamental para lograr cambios sustanciales en materia de igualdad de oportunidades, por lo que recomienda propiciar desde la infancia una enseñanza de igualdad de derechos, con las mismas capacidades y oportunidades que sus compañeros varones.

A esto se agrega la participación de la mujer en la economía; según la Asociación Guatemalteca de Exportadores (Agexport), de 4 mil exportadores en Guatemala, 2 mil 770 mujeres lideran diversidad de empresas.  Según la Secretaría Presidencial de la Mujer (Seprem), su participación se ha incrementado considerablemente, de un 26.7 por ciento en 1,989 a 42.7 por ciento que se tenía en 2002.

Elsa Ávalos, viceministra en la cartera de Trabajo y Previsión Social, aplaude que con el paso de los años las mujeres se hayan atrevido a convertir los estereotipos en oportunidades.

Este es el rostro de las nuevas generaciones que han salido en búsqueda de otras oportunidades.  Conoce las historias de algunas de estas mujeres guatemaltecas que han marcado historia.

Al filo del peligro

Cuando empezó a trabajar en el cuerpo de Bomberos Voluntarios, Myriam Conde tenía solo 22 años y se desempeñaba como secretaria, pero siempre sintió que su vocación era de servicio y afuera de cuatro paredes.  Actualmente, con 51, ha alcanzado el rango de oficial y su esposo y uno de sus hijos también son bomberos.

Recuerda que algunos de sus compañeros incluso se reían de ella, otros la ignoraban o le decían que mejor se dedicara a otra cosa porque no sería capaz de soportar las duras jornadas.  “El machismo era muy fuerte en esa época, pero eso ha ido cambiando con el tiempo”, añade.

Como oficial tiene a su cargo a un grupo de bomberos, en su mayoría hombres, conduce motobombas y ambulancias.  Entre los trabajos más difíciles que le tocó vivir estuvo la cobertura de un incendio ocurrido en las instalaciones del Cuerpo de Ingenieros del Ejército, en 1995, cuando casi pierde la vida, debido a una serie de explosiones que se produjeron en el inmueble.  Las heridas la recluyeron durante dos años en una cama de hospital.  Este acontecimiento marcó su vida y confirmó que para ejercer esta profesión se requiere del ingrediente más importante: el amor al prójimo.

Según Mario Cruz, vocero de la institución, de un total de 4 mil 550 integrantes a nivel nacional, 850 son mujeres.

Historias de taxi

Mujer y taxista, una mezcla poco habitual, pero real en nuestro país.  Gloria Samayoa, de 42 años, forma parte de un grupo de mujeres que ha decidido tomar el control al volante de un taxi para ganarse la vida.  Comenzó en esta profesión hace nueve años, luego de una experiencia negativa en un negocio propio de venta de gas propano.  Durante ese tiempo no ha tenido un camino de rosas, pero está contenta de tener presencia en una profesión dominada por los hombres.

Su jornada laboral comienza a las seis de la mañana y su taxi se ha convertido en un “confesionario improvisado”, donde muchos clientes le cuentan sus historias.  Sin embargo, como en toda profesión, ha tenido sus sinsabores.  “Un día se subieron dos jóvenes.  Pensé que eran estudiantes y eso me dio confianza, pero cuando llegaron al destino me quitaron mi celular y el dinero que había reunido.  De pronto, aparecieron otros y al acercarse vieron que era mujer la que conducía, los obligaron a devolverme mis pertenencias y luego me dejaron ir”, expresa.

En cuanto a su relación con los colegas taxistas, Gloria comenta que aunque no falta más de alguno que la rechaza, por lo general se ha sentido aceptada y también protegida.  “Están muy pendientes de nosotras.  Si ven a alguien sospechoso nos advierten”, expresa.  Hoy, ella y varias de sus compañeras conductoras están en pláticas para organizar una asociación de mujeres taxistas.

En las filas del ejército

Ha destacado en su trabajo como ingeniera en obras del Ejército de Guatemala, construyendo viviendas, abriendo carreteras con maquinaria pesada y diseñando planos junto a sus compañeros oficiales.  La teniente e ingeniera Zuly Santos, de 30 años de edad, diariamente tiene a su cargo la planificación de distintos proyectos en varios puntos del interior del país.  Sin dejar de lado su femineidad, luce su overol verde militar y sus botas, y no duda en arremangarse la camisa para ponerse al lado de sus subalternos a manejar la excavadora.

3

Santos comenta que desde pequeña le llamaba la atención ver a los soldados uniformados y fue en su adolescencia cuando se enteró de que la Escuela Politécnica aceptaba mujeres, y aunque su padre se negaba a que siguiera esta profesión, a los 18 años ingresó con una beca de estudios.  De su promoción solo cinco mujeres se graduaron.  “Fue satisfactorio haber alcanzado la meta de ser ingeniera, mis planes han sido ocupar un puesto de alto mando y llegar a ser ministra de la cartera de Defensa”, indica.

Entre sus principales logros dentro de la institución armada resalta su participación en las misiones de paz que el ejército guatemalteco ha realizado, en Haití y el Congo.

De acuerdo con Ismael Cifuentes, vocero del Ministerio de la Defensa, el número de mujeres en las filas castrenses es cada vez mayor y aunque algunos años atrás seguir una carrera militar era considerado un tabú, actualmente hay dos mil 265 que ejercen diversos cargos.

Emprendedora y líder

Gladys Aracely Colchaj Gil, de 30 años, originaria de Sumpango, Sacatepéquez, es la coordinadora del laboratorio de cosméticos de Chikach, que fabrica productos como champú, acondicionadores, gel de ducha, jabones aromáticos y esencias naturales, elaboradas a base de plantas cultivadas y procesadas por manos de mujeres indígenas del altiplano.

Cada mañana recorre a pie tres kilómetros, desde donde la deja el bus, para llegar al laboratorio ubicado en San Lucas Sacatepéquez, donde su principal tarea es fijar las metas de producción diarias, coordinar a sus compañeras, seleccionar los insumos de mejor calidad y verificar que se sigan las fórmulas y procesos adecuados para la elaboración de los productos.  “Estar al frente me hace tener muchas responsabilidades pero considero que todas las mujeres somos capaces de realizar cualquier tarea, siempre y cuando la hagamos con amor y recibamos capacitación”, dice.

Aunque desde niña su sueño era ser diseñadora de modas, carrera que estudió durante seis años, recuerda que luego de tocar muchas puertas y no encontrar un empleo, orientó sus esfuerzos a la cosmetología y gracias al apoyo de Chikach ha recibido varias capacitaciones en Guatemala y el extranjero.  Su filosofía es compartir sus conocimientos y técnicas ancestrales con sus compañeras, quienes la ven como un ejemplo de liderazgo y emprendimiento.

Entre grasa y motores

Otro de los oficios que también dejaron de ser territorio masculino es el de la mecánica automotriz.  Norma Lucrecia Hernández, de 25 años, descubrió su vocación y ha dejado de lado el traje de oficina para lucir su overol.

Esta joven se graduó de la carrera de mecánica automotriz en el instituto Theodore Schultz, donde aprendió a manipular tuercas, engranajes y alternadores, desafiando los prejuicios de su familia.  Su buen desempeño le abrió la puerta para ser contratada en los talleres de la Entidad Metropolitana Reguladora de Transporte y Tránsito (Emetra), donde lleva dos años.

Lucrecia cuenta que muchas personas le dijeron que estudiar mecánica era una locura, pero “yo me empeñé y ahora me encanta mi trabajo.  Mi meta es ingresar a la universidad”, expresa.  Para Edgar Gómez, jefe de talleres de la institución municipal, el trabajo realizado por Lucrecia es excelente.  “La seriedad y el compromiso con que asume sus tareas la convierten en una excelente profesional”, dice el funcionario.

Sara Barrientos es otra de esas mujeres emprendedoras que respondiendo a un deseo o interés de conocer, ganar experiencia y apropiarse de una herramienta que le serviría para avanzar en la conquista de su autonomía.  Como fuente de ingreso, decidió incursionar en un campo poco común para las féminas: ser coordinadora del área técnica del Instituto Básico Experimental Fe y Alegría, posición que hasta entonces había sido ocupada solo por hombres.

Desde hace tres años es la encargada de dirigir la formación de los alumnos y alumnas que llevan los cursos de electricidad, herrería, corte y confección, donde la mayoría de instructores son hombres.  Al consultarle sobre si ha sido fácil desempeñarse en ese puesto, su respuesta es no.  “Han sido años de ir ganando la confianza y el respeto, de capacitarme y actualizarme”, comenta.

En plena vía pública

Mildred Hernández también rompe estereotipos.  La frase popular “no hay mal que por bien no venga” se ajusta a su vida, dice, pues la falta de empleo la llevó a descubrir  su vocación de servicio en las filas de la Policía Municipal de Tránsito (PMT).

Desde detener el tráfico para ayudar a cruzar la calle a una mascota o a una persona de la tercera edad, hasta auxiliar a personas heridas luego de un accidente, son algunas de las funciones realizadas en los cinco años que lleva en la institución.  Pero además, “conocer y manejar el carácter de miles de conductores se ha convertido un reto diario”, expresa.  Aparte de su trabajo de campo, bajo el sol, la lluvia y en medio de la marea de vehículos, esta joven agente también se las arregla para combinar su trabajo con la vida familiar.   Amilcar Montejo, intendente de la PMT, expresa que cada vez son más las mujeres que solicitan entrar a esa institución.  Actualmente hay cerca de 130 agentes activas, quienes inspiran confianza entre los conductores a la hora de resolver un problema en el tráfico, comenta el funcionario.

Pasión por las máquinas

Sofía Gutiérrez, de 23 años, descubrió que no por estudiar una carrera pensada para los hombres había que hacerlo como ellos.  Es una de las tres mujeres que, según la Facultad de Ingeniería de la Universidad del Valle de Guatemala (UVG), ha logrado graduarse en los últimos 20 años desde que se inició la carrera de Ingeniería Mecánica.

“En esta profesión hay desventajas como la fuerza física y muchas veces es preciso pedir ayuda para desarrollar una tarea, pero al mismo tiempo me di cuenta de que las mujeres somos más minuciosas y dedicadas.  El error que se comete es tratar de ponerse al mismo nivel que los hombres, al final somos mujeres y hay que encontrar la forma de realizar nuestro trabajo lo mejor posible”, comenta.   A manera de juego, descubrió su inquietud por esta carrera desde que tenía cinco años, desarmando todo para analizarlo, conocer sus partes y luego ensamblándolo de nuevo.  Al crecer llegó el momento de decidir qué carrera estudiar y sin dudarlo, optó por ésta.

Desde antes de graduarse comenzó a trabajar para una empresa multinacional,  en donde opera maquinaria de manufactura.  Con el tiempo, se ha dado cuenta de que abrirse campo no es fácil pero su pasión por las máquinas ha sido su impulso diario.  Entre risas comenta que sus compañeros la llaman “la jefa”, puesto que aún no ostenta pero que la mayoría de mecánicos con quienes trabaja le atribuyen, debido a ser una mujer dedicada y profesional.

Al mando de la cirugía

Servir a la gente y entrar a un quirófano era su principal anhelo cuando decidió estudiar medicina, también ayudar a otras mujeres en la lucha contra el cáncer de seno, área en la que se especializó.  Patricia Chacón, madre de dos adolescentes, esposa y catedrática universitaria, es subjefa del departamento de Cirugía del Hospital San Juan de Dios. Sin embargo, llegar a ese puesto no ha sido fácil.  “En principio no me dejaban entrar a cirugía y tuve que ganarme mi puesto con trabajo y dedicación.  Obtuve el premio de entrar al quirófano, gracias a mantenerme entre las tres notas más altas de mi promoción”, dice.

A su cargo están 13 profesionales, más los practicantes, a esto se suma que una vez a la semana trabaja en la emergencia, donde ha podido observar las condiciones desfavorables en que ingresan cada hora a este centro hospitalario, decenas de pacientes de escasos recursos.   En estos 20 años en la profesión, Chacón opina que en su carrera aún le falta cumplir con grandes desafíos, como mejorar el área de cirugía y abastecerla de más recursos y equipo.  “Al final del día, saber que salvaste una vida es la mayor recompensa”, finaliza.

– Fotos: Julieta Ordóñez y Paul Devaux  
 
– Fotoartes: Gerber Sarazúa

Fuentes: María Machicado, representante de ONU Mujeres Guatemala, teléfono (502) 2327-6373.  Walda Barrios, Coordinadora Programa de Género de Flacso, teléfono (502)  2414-7444.  Teniente Zuly Santos, Ingeniera del Cuerpo del Ejército, Ministerio de la Defensa.  Ismael Cifuentes, vocero del Ministerio de la Defensa, teléfono (502) 2414-7070.  Víctor Hugo Ayerdi, director de la Facultad de Ingeniería Mecánica, Universidad del Valle de Guatemala, teléfono 2368-8334.  Amílcar Montejo, intendente de la Policía Municipal de Tránsito (PMT).  Ingeniera Sofía Gutiérrez, exalumna de la Facultad de Ingeniería Mecánica de la Universidad del Valle de Guatemala.  Patricia Chacón, subjefa del área de cirugía del Hospital General San Juan de Dios, teléfono (502) 2253-0423.  Myriam Conde, Oficial de Bomberos Voluntarios de Guatemala, teléfono (502) 2422-1470.  Mario Cruz, vocero de Bomberos Voluntarios.  Gladys Colchaj, de Chikach, teléfono (502) 2232-7174.  Informe “Guatemala: indicadores de género 2013”, de la Secretaría Presidencial de la Mujer (Seprem) y el Instituto Nacional de Estadística (INE).  Asociación Guatemalteca de Exportadores (Agexport).  “Nosotras las de la Historia”, de La Cuerda y Seprem.

s