Hay cuestiones a las que uno nunca podrá acostumbrarse. La muerte y el sacrificio de una mascota forman parte de este delicado tema.
Por Marie von der Tann (dpa)
Desde hace diez años, Anne Gamalski ejerce como veterinaria en Berlín. “Siempre es terriblemente triste”, comenta. “Y sin embargo es un regalo. Porque no hay que seguir contemplando el sufrimiento de un animal hasta el final, sino que se lo puede liberar”, indica.
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Los animales son miembros de la familia y también deben poder morir dignamente. Algunos de los clientes de Gamalski llegan con velas al consultorio y ponen música, otros vienen con la familia entera y su grupo de amigos. También están quienes le piden que la veterinaria se acerque a su domicilio. Todas estas alternativas son posibles.
La alegría de vivir es un indicador decisivo
La decisión de cuándo es el momento correcto para dejar partir al animal es dura, porque un diagnóstico terminal no basta como motivo.
“La alegría de vivir es el indicador decisivo”, señala la veterinaria. Por ejemplo en los perros esto es reconocible de manera relativamente fácil. Cuando pasan bastante tiempo echados de forma apática, esto puede ser un indicio.
Pero los gatos no son tran transparentes en cuanto a su vida interior. Aquí un buen indicio es la voluntad de alimentarse, para ver si aún tienen ánimo de vivir.
La profesora Andrea Beetz, una psicóloga de la ciudad alemana de Erlangen, investigó durante años la relación entre las personas y los animales y recomienda ir pensando en ello con anticipación para el caso de una emergencia.
“Formúlese la pregunta: ¿Cómo desea una despedida digna de su animal? Y establezca criterios que sirvan de señal de la alegría de vivir de su mascota”, señala.
La experta agrega que entonces, llegado el caso, puede decirse: si el animal por un largo tiempo ya no presta atención a la pelota, no se interesa más por el jardín ni por los paseos o rechaza su golosina favorita, entonces ya no quiere seguir.
Ley de protección de los animales reclama un “motivo sensato”
Sin embargo, la decisión debe ser lógica y entendible. En Alemania, la ley de protección de los animales sólo permite el sacrificio de mascotas por una “razón sensata”. “Esto está estipulado en el código de ética para veterinarios”, explica Sonja Krämer, de la Asociación Veterinaria para la Protección Animal (TVT).
Esto implica también que no solamente se trata de los deseos del dueño. Según las recomendaciones del código de ética, debe rechazarse “una prolongación del sufrimiento o un acortamiento de la vida solamente por voluntad del dueño”.
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Especialmente en situaciones de crisis la mirada del propietario sobre el propio animal puede verse transfigurada. Por ese motivo, una buena alternativa es dejar decidir al veterinario cuándo es el momento adecuado. Los dueños no deberían sentirse mal por tomar esa decisión.
Planear algunos días juntos antes de la despedida
Si la decisión del sacrificio ya fue tomada y la condición del animal lo permite, entonces puede pensarse en pasar algunos días agradables junto a él.
“Conozco a una familia que llevó a su perro en un remolque para bicicletas durante los últimos días a su pradera favorita y así se despidió de él”, relata Gamalski.
Sin embargo, los dueños de la mascota deberán prepararse, porque de todas maneras será difícil. Una vez que el día finalmente llegue, los propietarios deben tratar de mantenerse calmos y prestar atención a sus necesidades, pero también a las del animal, en concreto a la necesidad de cercanía.
“Hasta cierto punto los animales todavía siguen siendo conscientes de su entorno y entonces deberían notar que sus personas de confianza están con ellos”, aconseja Krämer. Por su parte, Gamalski señala que también pueden ser los niños quienes los acompañen.
Decidir sobre el destino del cuerpo
Y todavía queda por tomar una última decisión: ¿Qué hacer con el cuerpo de la querida mascota? “En el caso de los gatos, recomiendo volver a llevar el cuerpo a la casa, en caso que allí haya más gatos. Porque los otros animales se despiden durante hasta cuatro horas, es un proceso importante para su psique”, explica Gamalski.
En cambio, los perros no adoptan esta conducta. Quien deje a los canes u otros animales domésticos en el veterinario para ser sacrificados, deberá convivir con el hecho de que se luego el profesional se encargará de deshacerse del cuerpo del animal.
Naturalmente, los dueños pueden enterrar a sus mascotas en el jardín, en tanto que no sean muy grandes. Las regulaciones al respecto deben ser consultadas con las autoridaes locales.
dpa