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El teletrabajo, ¿bendición o maldición?

En pijama para la reunión de la mañana, al mediodía en la colchoneta de yoga y finalizar la jornada laboral temprano, en familia.

Por: DPA

Este ideal de home office poco tiene que ver con lo que la mayoría de las personas experimentan. Tras un año y medio de pandemia, estudios y sondeos muestran una imagen diferenciada de los efectos psicológicos y físicos que deja el trabajar desde casa.

Lo que está claro es que el home office o teletrabajo recibió impulso en la pandemia. En Alemania, por ejemplo, el 4 por ciento de los empleados trabajaban desde casa antes de la aparición del coronavirus. Este porcentaje aumentó al 27 por ciento durante el primer confinamiento en abril de 2020, según un estudio de la Fundación Hans Böckler. Pasado el tiempo, esta cifra bajó, pero aún sigue siendo claramente más alta que antes de la pandemia.

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Ahora hay estudios que aportan indicios sobre las consecuencias que puede tener esto de la oficina remota, como por ejemplo uno de Microsoft publicado por la revista especializada “Nature Human Behaviour”.

El gigante tecnológico, que encargó la investigación, dispuso home office para sus empleados en marzo de 2020. El estudio analizó ahora los datos y la comunicación de casi 61.000 empleados entre diciembre de 2019 y junio de 2020.

El resultado: en casa se trabajó más, pero la comunicación y la cooperación entre diferentes departamentos se resintieron. En concreto, los empleados pasaron menos tiempo con diálogos directos individuales y en vez de eso utilizaron más los correos electrónicos o los mensajes de texto. Eso lleva, según los autores, a que los empleados estén más aislados y a que se intercambie menos información. Y eso podría tener un efecto negativo sobre la producción y la innovación.

Para Hannes Zacher, psicólogo especializado en temas laborales, el estudio solo refleja un aspecto. “Mientras el análisis de Microsoft más bien ofrece una perspectiva negativa, también hay evidencia de que la posibilidad de hacer teletrabajo puede ser tomada de manera positiva por los empleados, siempre y cuando sea en cierto marco”.

Según su información, hay investigaciones que sugieren que entre uno y dos días de home office por semana es lo ideal para la satisfacción y la productividad. En ese marco sería posible que la comunicación no solo sea digital, sino que también se produzcan diálogos personales.

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“Desde el punto de vista psicológico, una videoconferencia es mejor que un correo electrónico. Pero a la larga no puede sustituir la conversación cara a cara, en especial cuando se trata de hablar en confianza, de cooperar de forma creativa o de resolver conflictos”, precisa.

Zacher mismo comenzó a fines de 2019 a encuestar a unos 1.000 empleados acerca de su salud física y psíquica. El comienzo de la pandemia hizo que su investigación se convirtiera en un estudio de largo plazo: desde marzo de 2021, los participantes son encuestados mensualmente. Así, el psicólogo reunió observaciones sobre las consecuencias de la crisis derivada del coronavirus en el mundo del trabajo.

“Antes de la pandemia las personas extrovertidas eran, en comparación a las introvertidas, las que presentaban un mayor bienestar”, menciona Zacher como ejemplo. Eso cambió: “Los extrovertidos más bien se sintieron estresados por la situación, mientras que los introvertidos se las arreglaron mejor”. Justamente las personas más reservadas incluso percibieron como más agradables los formatos digitales, como las videoconferencias, detalla.

Al mismo tiempo, Zacher y sus colegas vieron que los equipos rápidamente se deshacían en subgrupos, una observación que coincide con lo detectado en el estudio de Microsoft. 

“Se puede producir una brecha entre los que trabajan presencialmente y aquellos que trabajan en home office“, explica. Los directivos de las empresas deben prestar atención a que no se generen sensaciones de trato desigual. “Los jefes deben comunicar y justificar bien las estructuras de trabajo, para que no se resientan ni la satisfacción ni la cultura empresarial”, advierte.

Subraya asimismo que, en toda discusion sobre el trabajo a distancia, no debe olvidarse tampoco que el lugar de trabajo también es un recurso importante: “La oficina tiene un efecto igualador, porque en ella cada uno tiene las mismas posibilidades”, dice Zacher.

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En el trabajo en casa, en cambio, se suman factores socioeconómicos: “Parejas sin hijos en una vivienda grande seguramente pueden trabajar mejor en el escritorio de casa que personas que crían solas a sus hijos o empleados más jóvenes que, por ejemplo, viven con otros o en espacios muy acotados”.

dpa

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