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Soy Esther y doné mi riñón para que mi esposo viviera

Convertirme en donadora de riñón a sabiendas que tanto mi vida y salud cambiarían, ha sido de las decisiones más difíciles de tomar. Sin embargo, le brindé otra oportunidad a mi esposo para sobrevivir y así compartir juntos un camino esperanzador.

Ver el sufrimiento físico que padecía era devastador.  En especial porque juntos integramos un hogar con dos hijos adolescentes, con quienes solíamos jugar básquetbol, escalar montañas y  hacer actividades divertidas.  Después de recibir su diagnóstico clínico de diabetes e hipertensión mal controlados, no pasábamos de salir de casa a las clínicas médicas buscando una esperanza de vida para Marco.

La razón de esa búsqueda se debía a que él ya tenía un daño renal severo, al grado que si no era intervenido quirúrgicamente en los próximos meses, su historia iba a terminar.  Está comprobado que una mala alimentación, sobrepeso, sedentarismo y  carga genética son algunos de los factores más comunes que detonan estos problemas médicos y si  no se controlan a tiempo, trascienden a daño renal que requiera tratamientos de diálisis ambulatorios o trasplante de riñón.

Así era su caso. Si bien al principio él era un hombre fuerte, trabajador, responsable y muy activo, su dinámica cambió por completo: no tenía fuerzas para caminar y su cuerpo se deterioraba a tal grado que todos en la familia sufríamos con él y necesitaba de urgencia un donador de riñón.

Los posibles donantes pueden ser familiares, amigos e incluso algún desconocido.  Lo importante es que sea mayor de edad, que esté sano, pero principalmente, que sea compatible con el paciente.  A partir de la prescripción por parte de los doctores que un trasplante era indispensable para Marco, la búsqueda fue exhaustiva y con resultados poco alicientes, pues entre el grupo de nuestros familiares y amigos ninguno cumplía con los requisitos de bienestar total.  Los días de tristeza y desconsuelo cada vez se multiplicaban, pues además de los costos médicos que eso implicaba, casi nadie tenía la convicción necesaria para ser un donante.

Busqué varias opciones para ser donadora pero “yo” tampoco era compatible.  Cuando estaba a punto de desistir se presentó la oportunidad de conocer el programa de intercambio de donación cruzada de Clínicas Mayo.  Este consistía en darme el riñón compatible para mi esposo y yo entregaba el mío para que alguien afín a mis características pudiera usarlo.  Realmente fue una decisión difícil porque entre lágrimas y emotividad, el proceso de donación de un riñón puede durar hasta 5 años y mi esposo ya no tenía mucho tiempo para esperar.  Me dio mucho miedo pensar que él no viviría, así que mi decisión fue inmediata.

El proceso de preparación que requiere un donador es sencillo.  Consiste en cuidar la dieta los próximos días, comer muy saludable, evitar el contagio de enfermedades virales y resfríos.  Posteriormente se realiza una serie de estudios médicos como pruebas de sangre y creatinina que confirmen el bienestar del donador, para luego establecer la fecha de realización del trasplante.

Los donantes después de un proceso postoperatorio de tres meses, retoman su vida de manera normal.  El organismo se adapta para funcionar exitosamente con un solo riñón.  Lo importante es llevar al pie de la letra las instrucciones médicas, como tomar el tiempo de reposo que requiere un proceso quirúrgico, evitar los movimientos bruscos y los esfuerzos, mantener una dieta saludable, libre de químicos e ingredientes tóxicos que provoquen un sobresfuerzo en el trabajo del riñón.

Después de tres meses de recuperación postoperatoria, mi vida tiene un nuevo sentido.  Me siento saludable, con energía y con la satisfacción que mi donación salvó la vida de mi esposo y de la persona receptora que se benefició con este tipo de donación cruzada al recuperar su bienestar.

Está en manos de todos ofrecer una segunda oportunidad a quien necesita un trasplante a través de los programas de donación de los cuales podemos ser parte.  En el video al final de esta nota les comparto cómo estamos ahora.

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