La entrevista de presentación anduvo bien, uno dejó una buena impresión, ambas partes son optimistas respecto a que todo funcionará.
Por Elena Zelle (dpa)
Pero entonces viene la pregunta con la que la mayoría cuenta, pero que a muchos les genera gotas de sudor en la frente: “¿Alguna otra pregunta?”.
Según el coach de carrera Bernd Slaghuis, la pregunta por las preguntas tiene algo de bueno, por un lado. “La pregunta al final demuestra que se valora al interlocutor, porque le da al postulante la posibilidad de preguntar algo de lo que aún no se habló”, explica.
No preguntar solo por preguntar
Por el otro, la pregunta genera un problema. “La mayoría de los postulantes aprenden que deben responder con educación durante la entrevista y mostrar iniciativa solo hacia el final con su propia pregunta”, dice Slaghuis.
“Se aprenden tres preguntas de memoria y plantean una de ellas, solo por preguntar algo. Eso es una tontería”. Porque eso no solo impide que el postulante se diferencie de los demás y quede en la memoria, sino también un buen intercambio.
Hacer preguntas por iniciativa propia
“Los postulantes no deberían esperar a que se los inste a ello para preguntar, sino aprovechar el tiempo de la entrevista para aclarar todos los puntos importantes”, señala el asesor. Como también en la vida, uno debería preguntar cuando no entendió algo, si quiere saber más o si algo quedó confuso.
Pamela Grüninger comparte esa opinión. Es coach de carrera y trabajó en desarrollo de personal y en la búsqueda de talentos. Su consejo: “Ir a la entrevista de igual a igual. Básicamente, ambas partes tienen el mismo interés: trabajo, que satisfaga a largo plazo, que genere alegría y que tenga sentido”.
Averiguar cuáles son las exigencias
¿Pero qué preguntas ayudan realmente a averiguar algo importante sobre el trabajo o sobre el empleador? Grüninger menciona algunos ejemplos: “¿qué se necesita para poder hacer bien el trabajo?”, es una posibilidad. O también: “¿cuáles son las mayores exigencias?”.
Así uno consigue una buena impresión de aquello que le espera y de cuáles son las exigencias.
Grüninger aconseja también preguntar cómo es un típico día de trabajo. Así el postulante se puede enterar de manera concreta qué papel tienen las diferentes tareas en lo cotidiano. La distribución de las tareas muchas veces no se desprende de los anuncios de empleo.
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También recomienda pedir que le muestren el lugar de trabajo y hablar con algún colega. Así uno puede hacerse una idea respecto de si se va a sentir cómodo en ese puesto.
Hacer una lista de preguntas antes de la entrevista
Slaghuis propone hacer una lista con entre 15 y 20 preguntas respecto de tareas, equipo, jefes, estructura, conexiones y posibilidades de evolución, según aquello que es lo más importante para la decisión de uno mismo sobre ese trabajo.
Algunos ejemplos: ¿cuáles serán mis tareas exactamente?, ¿en base a qué decidirán en seis meses si estoy haciendo un buen trabajo?, ¿quién es mi jefe directo?, ¿cómo está compuesto el equipo?, ¿qué edades tienen sus integrantes?, ¿hace cuánto que están en la empresa?, ¿qué antecedentes tiene el puesto de trabajo?, ¿fue creado de cero o estoy sucediendo a alguien?
Esclarecer las motivaciones detrás de las preguntas
El coach recomienda además no solo hacer preguntas, sino evidenciar las motivaciones que hay detrás. En vez de simplemente preguntar “¿cómo será el período de formación en el puesto?”, sería bueno aclarar: “Me importa familiarizarme lo antes posible con mi ámbito de trabajo. ¿Habrá alguien que me forme y me muestre todo en las primeras semanas?”.
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También Grüninger recomienda exponerse un poco. “No es bueno acudir de forma demasiado estratégica a las entrevistas. Es mejor ser sincero”. Lógicamente toda pregunta transmite un mensaje. Es diferente que alguien pregunte por eventos en el equipo de trabajo o si se puede usar un coche de la empresa en vacaciones. Pero un intercambio honesto y abierto reporta beneficios para todas las partes.
¿Todo aclarado? Pedir un primer comentario o impresión
¿Pero qué se responde a la pregunta de todas las preguntas cuando ya está todo aclarado? El que ahora pregunta en qué consiste exactamente el trabajo es que no escuchó antes o algo no funcionó durante la conversación, considera Slaghuis. En una buena entrevista ambas partes deberían haber hablado aproximadamente la misma cantidad de tiempo.
El coach señala que si al final de la entrevista quedó todo claro, uno puede agradecer el tiempo concedido y preguntar cómo sigue el proceso de postulación. Los candidatos también pueden pedir una primera reacción. “¿Cuál es su impresión después de esta entrevista?” La pregunta “¿hay otros postulantes?” tampoco está prohibida, en su opinión.
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Si todo está dicho, entonces solo queda comunicar exactamente eso. “No, ya hablamos sobre todo lo que es importante para mí”.
dpa